Miro a mis niños y sé que tengo que velar por ellos

Soy colombiano y antes de llegar aquí, vivía en un barrio pobre de Barranquilla donde hay que aceptar lo que digan los delincuentes. Un día me insinuaron que uno de mis niños tenía que pasar droga. Me negué y los denuncié a la policía, pero lo que hice fue buscarme un enemigo. Al mayor me lo iban a matar, y como yo no aceptaba que se metiera en esos asuntos, tenía que pagar vacuna. A mi esposa le dieron un cachazo en la cabeza. A raíz de eso, le salió un tumor y se murió. De allí quedó la enemistad. Una noche estábamos reunidos y llegaron disparando contra la pared de la casa. Mataron a un vecino y casi le dan a mi hijo. No cogí nada. Pasé patio tras patio. Pasé Maicao, La Guajira. Patio tras patio. Sabía que no podía quedarme. Los grupos irregulares están en todos lados. Esto me da muy duro. Tra bajo fuerte para que mis hijos no padezcan. Allá tienen que tener algo para poder sobrevivir. Hay mucha corrupción, y problemas con la misma policía. Muchas veces añoro mi patria y me entristezco al pensar que tuve que dejarlo todo pero, gracias a Dios, aquí me siento seguro y tranquilo. Igual creo que nada en la vida es eterno. Cuando llegué, comencé a vender guayaba. Las vendía en una carretilla y poco a poco fui haciendo un capital. Eché para adelante, aunque me enfermé. Compraba las frutas en el mercado mayorista y las vendía luego al detal; hasta que...

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