Misericordia, ¡petróleo!

Día tras día, salga o no salga el sol, sonría o se oculte la luna, un portavoz del Gobierno de Estados Unidos de América se pronunciará sobre el estado del mundo, sobre cómo andan o deben andar los asuntos económicos y políticos. En una palabra, seguir al portavoz universal de Washington es un buen ejercicio cotidiano. No pocas veces son expresiones de buen humor, humor negro o, simplemente, ironías. Esta semana no perdí la ocasión de reír clamorosamente, una vez que oí al portavoz del cuento advertir urbi et orbi que el Gobierno de Estados Unidos de América seguiría paso a paso la fabricación de aviones no tripulados en Venezuela. No me dirán que no es cosa de reír semejante advertencia. Imagino que son simples escaramuzas, deseos de potenciar al enemigo o de crear una situación de zozobra con los tales aviones sin piloto, supuestamente fabricados en Venezuela. Estoy seguro de que esos drones o vehículos aéreos no tripulados, UAV por sus siglas en inglés, Unmanned Ae rial Vehicle , o sistema aéreo no tripulado, llegan a Venezuela a través de la valija diplomática del religioso país que los produce. Lejano está el día en que Venezuela fabrique tales armas de guerra. Estados Unidos lo sabe mejor que nosotros, pero no obstante le informa al mundo que de ahora en adelante tendrá un ojo abierto y otro cerrado para observar el proceso venezolano de fabricación de drones, especies de robots que se elevan teledirigidos, como ya los hemos visto en Disneylandia y en otros parques de atracciones, como la montaña rusa. Espero que ya se comprenda por qué leo con tanta devoción a los portavoces del imperio. Primero leo a Olafo y a Helga, su mujer, y luego me divierto con las advertencias y consejos que nos vienen del Norte. En todos se descubrirá, si se atienden con seriedad, el toque de humor necesario para comenzar el día. Confieso que nunca había visto uno de estos drones hasta la noche de la cadena del Presidente de la República con los militares, que no dejó de ser divertida a pesar del talante histórico de los generales. No me explico cómo la desagradecida gente no pidió repetición de aquella escena inolvidable en que un grupo de coroneles apareció de repente cargando en brazos el dron de la fábula. ¡Qué voluntad, que disposición, qué presteza la de aquellos oficiales poniendo el juguete volador frente a las cámaras! No espere al portavoz del imperio para que se entere de cuántos drones se fabricarán en Venezuela. Haga votos, eso sí, para que no...

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