El misterio de Diosdado

Es extraño que un político se busque tantos enemigos así tenga poder suficiente para en viarlos al infierno de la justicia venezolana. Diosdado no tenía esa fuerza mientras Chávez estaba en la antesala de la eternidad. Entonces, ascendía y descendía, como Nicolás Maduro y otros, de ministro a gobernador, de gobernador a diputado, de diputado a candidato, hasta ser rescatado de nuevo. Ahora es diferente, él es un poder; pero, ¿por qué es una máquina de ganar enemigos? Con Chávez no había lugar sino para un líder. Los pares mordieron el polvo temprano.Pero, como vislumbran los humanos, los vegetales y los minerales, Maduro no es Chávez y ocupa una jerarquía heredada que no quiere compartir y que se le escurre entre los dedos. Sus pares en el PSUV lo saben, no le obedecen y lo demuestran.Esa certeza de la ausencia de líder único ha permeado la estructura del partido y del gobierno. Unos tienen como referencia a Cabello y otros a Maduro, después de las desapariciones forzadas de Rafael Ramírez y demás estrellas tan voraces como fugaces. Los pesos pesados ahora son Cabello y Maduro, por lo que hay reyertas, algunas agrias, a pe sar de que los respectivos jefes se abracen en público. Se han convertido en cabecillas de fracciones, aún más allá de sus voluntades; sus partidarios los obligan a disputar el poder en su nombre y cada grupo controla un pedazo del Estado y sus recursos. Algún contenido ideológico se puede estar colando en la disputa. Maduro, como cabeza del...

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