Invertí la mitad de mis prestaciones en el boleto

Auri Orta, de 24 años de edad, egresó hace un año de la Universidad José María Vargas en Caracas con el título de administradora, y para mejorar sus conocimientos profesionales acudió a la Agencia EF de intercambios estudiantiles, la cual le gestionó un curso intensivo de inglés en San Francisco, Estados Unidos, pero el plan se cayó debido al problema de las líneas aéreas. Debía comenzar clases el próximo mes de octubre por lo que compré el boleto con bastante anticipación, dijo Orta.Parecía que todo estaba enca minado. En marzo adquirió el pasaje de ida y vuelta en 35.000 bolívares y programó pedir las vacaciones, además de 5 a 10 días de permiso en su trabajo una imprenta, para cubrir el tiempo que le llevaría estudiar el idioma.Todo se volteó cuando la aerolínea decidió reducir de cinco a uno el número de vuelos semanales hacia Venezuela, contó la joven. Durante tres días tuvo que hacer largas colas de cinco y seis horas ante las oficinas de Delta Airlines, empresa que le vendió el boleto, para que la reubicaran en otro vuelo, pero no fue posible.Refirió que a la semana de di ligencias en Delta la aerolínea le informó que no la reubicarían porque había demasiados pasajeros y muchos con casos más urgentes. Explicó que su papá taxista y su mamá educadora aportaron la mitad del dinero para comprar el pasaje y ella puso el resto mediante un retiro de su fideicomiso laboral.Invertí la mitad de mis pres taciones sociales en el boleto.Me siento muy triste porque no he podido cumplir una meta muy importante en mi carrera profesional, manifestó...

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