Raúl, un mito del Real Madrid

Ilusión es la palabra más empleada por los gabinetes de comunicación y propaganda en estos días. Ilusiona Bale, a punto de llegar, dicen en el entorno madridista. Ilusiona Ancelotti, ilusiona la renovación inminente, siempre inminente, de Cristiano, ilusiona la españolización y el techo del Bernabéu.La ilusión flota en el aire por que el público quiere soñar con el retorno de épocas mejores. La multitud quiere creer en un mañana. La gente está dispuesta a entregar sus sentidos a cambio de una imagen sugerente.El madridismo viene de atra vesar un largo desierto y se apunta a todas las liturgias que hagan falta para recuperar formas evocadoras de un pasado verdecido que le brinde esperanzas y asideros para prolongar la marcha.En medio de la confusión, la visión de Raúl con la camiseta blanca, con el 7 a la espalda --se lo prestó Cristiano Ronaldo-después de tres años de exilio, resultó estimulante para la muchedumbre sedienta.El trofeo Santiago Bernabéu obró la magia del retorno del héroe y la ceremonia, arrollando protocolos, siguió su propio curso.El estadio iluminó la bruma lechosa del estío, las gradas se llenaron a reventar de un público entusiasta, y Raúl posó junto a su lujosa vajilla de trofeos. Destacaron esas tres Copas de Europa como gigantes de plata y más de uno se dejó arrastrar hacia las lágrimas.Han pasado once años desde la última vez que el club conquistó uno de esos artefactos, objetos míticos que alimentan la identidad institucional.El rey Juan Carlos recibió a Raúl en el palco, junto a toda su familia. Al bajar la escalerilla desde el palco, al jugador se le vio emocionado como nunca, con un notable derrame de lágrimas. Mientras la gente emitió algo parecido a un ladrido monstruoso: ¡Rauu...! ¡Raaau....! ¡Raaaau....! De pronto, desde uno de los anillos superiores un grupo comenzó a cantarle al portero: ¡Iiiiiiker, Iiiiiiker, Iiiiiiker...!

La polémica. Por momentos, el homenaje a Raúl se convirtió en el homenaje a Iker Casillas.El capitán acababa de pasarle su brazalete a su antecesor retornado. El acto, lleno de simbolismo en una noche de símbolos, reunió a dos tipos que se han elevado por encima de las histerias del momento.Los aficionados debieron presentir la amenaza inexorable del tiempo, cuando no de algún dirigente que hace planes...

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