Moderador inmoderado

El autócrata convirtió su Cumbre de Estados Latinoamericanos y del Caribe en una edición es pecial de Aló, Presidente, con sus mejores embustes, agrandados e inflados. Desde el primer momento asumió la dirección de debates; como presidente anfitrión, otorgó el uso de la palabra racionado para que cada quien hablara de lo que quisiera, como los locos más de uno de los presentes, además del consabido, es candidato a diván y se reservó el derecho de co bear a todos, sin límite de tiempo, entre discurso y discurso... Los mandatarios presentes re cordarán esta cumbre como una prueba de resistencia al fastidio, el hastío, hasta quedar estomagados, salvo uno, el autócrata, que habrá tenido uno de los días más felices de su vida... tan feliz como el día en que ganó las elecciones y pudo repetir hasta el desespero el cuento de las empanaditas de su abuela Rosinés, que salía a vender en Sabaneta cuando niño, ante un auditorio nacional que todavía no lo conocía como embustero... La cumbre me hizo recordar a un compañero de bachillerato, fabulador increíble, mentiroso incorregible, para quien los mejores momentos de su vida de estudiante eran los primeros días de cada curso, cuando se incorporaban alumnos nuevos, generalmente agradecidos de que alguien los tomara en cuenta, que caían mansamente en sus historias sin hacer el menor...

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