Modos de violencia

La violencia siempre ha estado allí. Sin embargo, cada vez más deja de ser referencia para hacerse vivencia y cotidianidad. Se encuentra cada vez más cerca, determinando patrones de comportamien to y modos de reacción ante ella. Las artes la asumen, recreándola desde disímiles perspectivas y lenguajes estéticos. La danza escénica ha sustituido su noción de cuerpo lúdico por la de cuerpo expresivo, a través de la codificación de gestos y movimientos convulsos reflejo de situaciones extremas. La danza artística, de origen cortesano y condición evasiva, logró progresivamente su autonomía y depuración como vocabulario, aunque enfatizando en mundos paralelos fantásticos que la mantuvieron distante de las realidades. El transformador siglo XX la convirtió en testigo de su tiempo, vía de reflexión y factor de cambio de su rol en medio del devenir social. Dejó de ser meramente gratificante a los sentidos, para también convertirse en voz y conciencia de individuos y colectivos. La danza moderna, la danza expresionista, el butoh, el teatro físico, y también la incisiva danza posmoderna, han sido tendencias que han hallado en la violencia humana su estremecedora esencialidad. Venezuela ha sido consecuente con el compromiso establecido por la danza universal, los conceptos que ha asumido y las nuevas formas que ha generado. Desde sus orígenes históricos, el arte de la danza nacional ha tenido en la violencia un detonante para la creación y la toma de postura ante el entorno que la genera. Sin escapismos, ha buscado ser reflejo y consecuencia de los hechos que la originan. Cuatro obras, escogidas por ilustradoras, dan clara cuenta de cómo los traumas solitarios y compartidos son interpretados desde los impulsos y las manifestaciones del cuerpo. Hiroshima...

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