Montaje

En la introducción de Tribu, La Cámara Escrita, Caracas, 2012, Gabriela Kizer describe el procedimiento genético y poético de su libro. Siguiendo la energeia de la corriente subterránea de la poesía tras la búsqueda de la repetición debida: dar un sentido más puro a las palabras de la tribu, Kizer construye la arquitectura de Tribu a partir de la idea de Borges, derivada de Shelley, Emerson y Válery: la idea de la unidad central de la lite ratura; cautivada más por la imagen de Shelley: los poe mas del pasado, presente y del porvenir como episodios o fragmentos de un solo poe ma infinito erigido por todos los poetas del orbe. Podría confundirse la lectura que Kizer diseña y, a la vez, desea para Tribu, con la de la profecía de Lautréamont: la poesía debe ser hecha por todos, o con una versión del sueño de Mallarmé: la palabra como representación de la unidad cósmica primigenia y su potencia de contacto mági co, entre la pronunciación y la antigüedad del origen. La entrega a la fantasía shelleyiana y el mecanismo material de Kizer: enlazar estrofas, versos, frases de la tradición religiosa y literaria occidental apenas pudo incorporarse otro aire, intentando distinguir ¿la forma, el relato, el ritmo? que los fragmentos, amorosa y arbitrariamente elegidos, configuraban, pudieran sugerirlo. Pero, como dice Luis Moreno Villamediana, Tribu lo que sugiere por medio de Shelley apunta a la constitución del volumen en una entidad utópica, que es a un tiempo arqueología, anticipo y actualidad. Operación transtextual que incluye la architextualidad del texto; es decir, el conjunto de discursos, modos de enunciación...

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