Montaje

Dos años ha que Alexan der Bustamante y Francisco Díaz fundaron la librería La Rama Dorada. Quizás nunca imaginaron que lo que, en sus inicios, fue un pequeño lugar artesanal de ofrecimiento e intercambio de libros y revistas usados, discos y películas, se transformaría, creativa, veloz y productivamente, en lo que hoy, en la información de la página del Facebook de la librería, se define como un espacio cultural que busca la creación de lugares de entendimiento, en torno a los libros, la literatura, el arte, la política, la educación, la universidad, los espacios públicos, la creatividad y la libertad que brinda la democracia y, seguramente, en uno de los lugares de encuentro y exhibición privilegiado por los usuarios y consumidores de teorías y experiencias, bienes y servicios, asociadas al arte y la cultura en la ciudad, y por turistas de deseos y gustos similares.Con independencia del talento y las destrezas indudables de Alexander y Francisco como libreros, dispuestos para el diálogo y la conversación, el innegable lugar, real y simbólico, que ha alcanzado la librería La Rama Dorada, en Mérida, se sostiene en un proyecto de trato, intercambio y distribución de bienes y productos culturales, que ha comprendido y puesto en escena las políticas y estrategias, el conocimiento y las tecnologías que, determinando y modulando la relación entre el mercado y la sociedad, han hecho posible el impacto cultural de la librería.El nombre La Rama Dorada remite inmediatamente al carácter mítico y religioso, mágico y sagrado, de los ritos y prácticas culturales de pueblos de todas partes y de todas las edades del mundo, expuesto en las tesis e interpretaciones de James Frazer, en su homónimo libro clásico, es decir, la librería nació bajo el aura contenida en la analogía del nombre entre el libro y el lugar de su exhibición y oferta; en el conjuro existente entre la magia y la religión y la razón y el comercio.El uso imaginativo e inteligente, creativo y permanente, de los dispositivos y herramientas de la cultura digital y sus redes sociales: el...

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