Monumento del 27-F indigna a las ví­ctimas

Aura Liscano, Maritza Romero y Rosa Aldana, tres integrantes del Comité de Familiares de Víctimas de los Sucesos de Febrero y Marzo de 1989, no habían visitado el monumento inaugurado hace un año para recordar desde el particular punto de vista del oficialismo a los fallecidos por la brutalidad de los cuerpos de seguridad del Estado durante El Caracazo. Hace cuatro días, las mujeres estuvieron frente a la estructura erigida en la entrada del Cementerio General del Sur. "Estaba lleno de mendigos, sucio e impregnado de un insoportable olor a orine", afirmó Liscano hermana de José Miguel Liscano Betancourt, quien murió durante El Caracazo sin ocultar su indignación. Al día siguiente, una cuadrilla de obreros de la Alcaldía del Municipio Libertador echó agua y jabón, y el monumento quedó tan limpio como se conserva la tumba de Lina Ron, a apenas cinco metros de distancia. El monumento consiste en 3 hileras de 24 nichos, en cada uno de los cuales se leen inscripciones que confirman que el Estado no ha cumplido con el deber de identificar plenamente a cada uno los que murieron en los sucesos de febrero y marzo de 1989. "Individuo II, trinchera III, cuadrante 05 y 06, bolsa B", se lee en una de las 72 lápidas de granito marrón. "No entendemos el sentido de esos nichos. Nadie sabe qué restos fueron depositados ahí. Además, en mayo del año pasado nos enteramos por la prensa que los 125 cuerpos que habían sacado de La Peste en febrero de 2010 y exhumados en septiembre de 2009 fueron enterrados en el cementerio Las Clavellinas, en Guarenas. Enterraron la verdad, y ahora sabemos menos dónde fueron a parar nuestros muertos. Esto que está aquí no es más que un monumento a la impunidad", reclama Romero, cada vez con menos esperanzas de encontrar los restos de su hermano Fidel Orlando Romero Castro. Encima de los nichos, sobre cerámica blanca, está el nombre del monumento: "Mártires del 27-F". Rosa Aldana corrige: "Nuestros familiares no son ningunos mártires. Ellos no ofrecieron su vida por ninguna causa. Ni siquiera sabían con exactitud por qué la gente estaba revuelta en las calles. Mi hermano Benito del Carmen Aldana tenía 42 años y sólo era un hombre trabajador ajeno a cualquier actividad política. Lo mataron de un plomazo de FAL por la espalda, a pocos metros de su casa en el sector Las Luces de la Cota 905".

Duelo inconcluso. Para las madres, esposas y hermanas organizadas en Cofavic, ni la indemnización monetaria ni las pocas imputaciones...

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