Con la moral en acero

La semana pasada se supo que el escritor de Puerto Cabello Fedosy Santaella, autor de un manuscrito titulado El dedo de David Lynch, fue finalista del prestigioso Premio Herralde de editorial Anagrama, ganado por el mexicano Álvaro Enrique.Esta clasificación recuerda que otros dos autores venezolanos el valenciano Slavko Zupcik, con Círculo croata 2001, y el guaireño Oscar Marcano, con Puntos de sutura 2005 han llegado a la misma recta final y que, en 2006, el colaborador de este diario, Alberto Barrera Tyszka, obtuvo el premio con su novela La enfermedad. También recuerda que la literatura asegura mayores resultados si no se deshilacha en la tentación de cantar victoria antes de tiempo.Cuando Alexis de Tocqueville visitó Estados Unidos durante los años treinta del siglo XIX antes de redactar La democra cia en América, le asombró el bajísimo nivel de la prensa y de la literatura en ese país. Admitió, sin embargo, que ese discurso estaba destinado a elevarse como consecuencia de la prosperidad que ciertas industrias estaban a punto de producir, la más dinámica de ellas siendo entonces la naviera. No por casualidad una de las novelas emblemáticas del siglo XIX estadounidense, Moby Dick, fue publicada en 1851. Su pro tagonista, el capitán Ahab, estaba obsesionado con matar a la más grande ballena de los mares, un premio para su orgullo, para su industria y metáfora de una mentalidad empresarial en pleno desarrollo.En el siglo XX, la invención de los dispositivos de comunicación de masas fomentó en Estados Unidos una escritura presionada por la configuración técnica de las nuevas máquinas de captación, edición y reproducción de la realidad.La literatura transmitía tanto las coordenadas de una nueva atmósfera de producción simbólica como el consenso de una superioridad comprobada en los terrenos de la ciencia, la técnica y el funcionamiento de la sociedad industrial. Una determinación optimista y eufórica, que no se molesta en pedir le permiso a nadie, cubrió desde entonces el planeta. A esa idea del mundo la llamamos hoy «globalización».Alguna vez le oí decir a un figu rón literario de nuestro predio esta frase digna de olvido: «Somos un...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR