Morir por la patria

Arthur Clark supuso que un buen día la ciencia llegaría a eclipsar cualquier fantasía que el hombre pudiese imaginar. A su conjetura debemos una frase memorable, el futuro no es lo que solía ser, con la que acaso reprochaba excesos o insuficiencias de creatividad en algún relato de ficción científica. ¿Pero qué pasa cuando la abundancia o la escasez de originalidad e invectiva escamotean la realidad para reinventar y reescribir la historia a partir de una determinada concepción del mundo, como han hecho y continúan haciendo los hagiógrafos de Chávez y los ideólogos del chavismo sin él? No es una pregunta retórica; viene a cuento dadas las inquietudes expresadas por la ciudadanía en relación con los contenidos de los textos escolares distribuidos, conjuntamente con una edición pop de la Constitución, entre un alumnado que el Gobierno quiere bolivariano y comunista a juro. Saco el tema a colación porque tiene que ver con el asunto que abordo.A quienes nos gobiernan, la frase de Clark les sabe a lo que suponemos; para ellos no se trata del porvenir, sino de un aquí y ahora que requiere cimentarse en un relato épico; para ellos, el pasado no puede ser como era antes, sino como quieren o suponen que hubiese sido de haber morado en él.En eso se parecen a ciertos militares que se proclaman herederos del glorioso ejército que forjaron nuestros libertadores.Mas nuestro ejército, núcleo de lo que ahora se llama con exceso de adjetivos Fuerza Armada Nacional Bolivariana, fue creado por Juan Vicente Gómez y no hay nada de heroico en su génesis.Ayunos de laureles, Maduro y su estado mayor se las han ingeniado para librar una guerra cuyos partes podrían escribirse en el tono lastimero de Julio Jaramillo con tinta sangre del corazón; sólo que se trata de una conflagración un tanto abstracta, pues a confesión del propio comandante en jefe del ejército rojo vernáculo estaríamos enfrascados en una guerra económica, en realidad política, declarada, según su verbo pasado de moda y sus lugares comunes de siempre, por la oligarquía criolla, la derecha reaccionaria y el imperialismo yanqui, y cuya batalla más feroz, hasta ahora y afortunadamente, ha tenido lugar en la esfera diplomática.Generar una crisis para avivar nacionalismos rastreros y tratar de aglutinar a la sociedad frente a un supuesto enemigo extranjero es un recurso propio de villanos; a falta de una agresión real, el madurismo, sin un comandante galáctico que lo oriente, apuesta por sacar partido al...

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