La MUD y las trampas de la ética

La política es esencialmente el cultivo de la persuasión, el diálogo y la negociación para resolver las diferencias propias entre personas que piensan distinto. La política es un producto de la civilización.La brutalidad y la fuerza son lo primitivo, la barbarie. La primera representa lo propiamente humano, mientras las últimas son las peores expresiones de lo más bajo y salvaje de la naturaleza animal.La anterior reflexión viene a propósito del debate generado en los últimos días sobre si la MUD debería mantener conversaciones con sectores del gobierno. Comencemos por lo básico.La política es un arte de lo posible, y por tanto tiene que medirse siempre con las posibilidades. No es prometer el cielo para algún día, sino jugar con lo que se tiene en el aquí y el ahora. Sin embargo, hay en algunos venezolanos un componente de idealismo gaseoso que les lleva a ver en el juego del posibilismo político una claudicación permanente de los principios morales.Mikel de Viana solía hablar del choque entre dos actitudes éticas distintas: la ética del absolutismo y la ética de la responsabilidad. La primera es la de quienes se guían por principios absolutos, sin preguntarse por las consecuencias de sus conductas. La segunda es la de quienes deciden precisamente en función de la consecuencia de las acciones. Y con frecuencia las personas, temiendo caer en un supuesto cinismo oportunista de decidir en fun ción de las consecuencias y posibilidades reales del momento, se refugian en los principios absolutos. Su idealismo les hace ser sensibles hacia los planteamientos éticos pero insensibles a las condiciones y consecuencias muchas veces indeseadas o ambiguas de las decisiones políticas.El olvido de ese factor clave las inevitables mediaciones de las consecuencias convierte a algunos venezolanos en ingenuos y reticentes en política.Son los que, por ejemplo, ante la necesidad de establecer contactos con el gobierno, no para calmar las cosas sino justamente para buscar acelerarlas, gritan a voz en cuello que con delincuentes no se dialoga. Esto suena muy bien y hasta lógico como principio general abstracto. Pero, Dios no lo quiera, si a usted...

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