La mudez reina en la OEA

La poesía no se hace con ideas sino con palabras.Apabullar el poema con ideas, cualesquiera que ellas sean: banales o trascendentes, equivale a lapidarlo, a asestarle una y otra y otra puñalada por la espalda. El poeta no el versificador elije la palabra que estima sea la que busca porque sabe que en ella viven y respiran colores, sonidos, resplandores y silencios. Y con estas presencias las palabras se conjugan y dan nacimiento al poema. Las palabras contribuyen a darle armonía y consistencia y cumplen el papel de contener el silencio que hay en ellas, evitan que se desborde.El silencio sostiene Jean Bies en su libro Resurgencias del espí ritu en un tiempo de destrucción, devuelve a las palabras su esplendor y su valor, perdidos por un exceso de consumo .... Nos aturde la charlatanería incesante y la intensificación mareante de ruido.El silencio dispensa de las contradicciones los errores de juicio, las condenas precipitadas, evita las pequeñas inexactitudes anodinas cuya suma produce la mentira, las maldades insignificantes que acaban por convertirnos en malvados, la dialéctica litigiosa, nunca escasa de argumentos....Sé que entre países no hay amis tad sino negocios. Se hace evidente que con el desorden económico que ahoga al país bajo la crueldad del régimen militar y del narcotráfico, resulta muy cuesta arriba pensar en negocios sanos, mucho menos en trabar amistad con un gobierno maula y mala paga con una representación diplomática que se arrastra en el pantano de la vulgaridad. Es poco lo que podemos esperar de Nicaragua, Cuba o Bolivia, gobiernos que han perdido todo asomo de vergüenza y dignidad. El resto de las naciones latinoamericanas guarda silencio o mudez en relación con el genocidio venezolano.Hasta el momento solo se es cucha la voz cada vez más alarmada del uruguayo Almagro recomendando que se aplique la Carta Democrática exigida en reiterados informes concluyentes en relación con el desastre ocasionado por los militares venezolanos. Pareciera que sobre la OEA se extiende un manto de silencio. Pero no es silencio: ¡es mudez! El silencio, escriben los simbo listas Chevalier y Gheerbrant, se diferencia de la mudez en que permite esperar una respuesta; la mudez, por el contrario, se cierra y se niega a recibirla o a trasmitirla. Mientras el silencio abre puertas y promete, la mudez las cierra y castiga.Se habla del silencio de Dios, pe ro los teólogos aducen en su defensa que el hombre, al quedarse dormido, es quien ha...

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