La muerte todavía acecha a los habitantes de San Blas

La muerte fue contagiándose como un virus. Los habitantes de San Blas, un barrio en el noroeste de Petare, aseguran que los homicidios en el barrio ya sobrepasaron el centenar en cinco años. Abimael Herrera Morelos, de 69 años de edad, lleva la cuenta con pena a una semana de la masacre que terminó con la vida de siete personas en una fiesta popular en el sector La Casona de San Blas. He vivido casi toda la vida aquí, y antes no era así. Tuve que enterrar a dos hijos y cinco amigos en un día por culpa de matones, relató. Los hermanos Argenis He rrera Caraballo, agente de la Policía de Baruta, y John Herrera, técnico en electrónica, fueron ultimados de manera sorpresiva. La contundencia de la balacera también mató a Yeimi Rivera, Marilyn Peralta, Edith Ellez, Héctor Orozco y Jean Carlos Barajas. Todos perecieron en el sitio del tiroteo y otros 14 vecinos resultaron heridos de bala. Fueron víctimas de las rencillas de un delincuente apodado Ar genis con miembros de dos pandillas de los sectores La Chicharronera y El Encantado, en Petare. Sus nombres ahora son co nocidos por la masacre, pero esa gente tenía historias sanas. Eran buenas personas, que solamente cometieron el pecado de ir a una celebración donde asistieron delincuentes, agregó. La manicurista Marilyn Pe ralta, de 23 años de edad, vivía en El Carpintero de Petare. Los populares agasajos en San Blas captaron su atención. Eran fiestas muy ché veres. Sin embargo, la banda de El Encantado había advertido que la terminaran rápido ese día. La gente se tomó la cosa en broma, aseguraron vecinos. La advertencia no fue aca tada. Peralta, madre de tres hijos, prefirió dejar su vivienda para bailar al son del vallenato. Su novio, que fue a buscarle un vaso con agua en una casa aledaña al tiroteo, le gritaba: Corre, Marilyn, corre, lánzate al piso, contaron testigos. Pero la joven no pudo superar la velocidad de los proyectiles. A la manicurista Yeimi Ri vera, de 29 años, le sucedió lo mismo. Todavía es recordada en el barrio por servirle a la comunidad. Aquí tienes a su hijito, de 9 años, que no suelta ni una palabra por ver a su mamá en el ataúd, dijo su ex esposo en el velorio. Sus tías, que viajaron des de Maracay hasta el barrio, la despidieron con zozobra. Yeimi y otros inocentes se van, pero cuántas muertes faltarán para acabar con la inseguridad en Venezuela, clamaban en el velatorio. El novio de Rivera...

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