Murales de cerámica cambian el rostro de la ciudad

Al principio de la avenida Andrés Bello, en Caracas, miles de trocitos de cerámica partida reconstruyen los rostros del cacique Guaicaipuro y de Francisco de Miranda. Junto a ellos, el Salto Ángel y una guacamaya de perfil representan parte de la iconografía de la cultura popular venezolana. Más adelante, bajo el puente de las Fuerzas Armadas se dibujan las miradas de Simón Bolívar y Rafael Urdaneta. De continuar hasta la avenida Sucre, a la altura de Agua Salud, nuevamente comenzarán a aparecer en las paredes junto a los comercios caras de próceres, paisajes y hasta representaciones de hechos históricos. Las estaciones del Cabletren en Petare también están adornadas con este material. Los murales de cerámica son las piezas del rompecabezas que empiezan a darle un nuevo rostro a la ciudad. No sólo están hechos de cerámica partida, el muro de la Universidad Nacional de la Seguridad que da hacia la autopista Francisco Fajardo, en Catia, utiliza grandes baldosas de cerámica que al unirlas forman una serpiente que intenta alcanzar un ave. La imagen es una adaptación de la escultura que está ubicada en la entrada de la estación Gato Negro del Metro e invita a las catienses y los catienses a soñar. El mural supera 300 metros de extensión y todavía se encuentra en ejecución. Rafael Martínez, arquitecto especialista en diseño urbano, explicó: Desde el principio el Gobierno ha tratado transmitir mensajes ideológicos a través de murales, pero cuando están hechos con pintura son efíme ros, se caen o decoloran por el efecto del clima. Últimamente han aplicado una técnica bien lograda de murales hechos en cerámica, algunos abstractos que muestran el contraste de colores o figuras geométricas. Otros...

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