Un muro imperturbable

En el camino que va de la ciudad de Trujillo hasta el aeropuerto de San Rafael de Carvajal, el vehículo tipo van donde viaja el abanderado de la Mesa de Unidad Democrática va precedido de una camioneta pick up en cuyo cajón va sentada una jovencita probablemente, una liceísta, que porta una cartulina donde ha escrito: Flaquito, quiero ser tu Primera Dama. El trayecto es largo y, en algunos tramos, el viento y la velocidad zarandean a la pretendiente, que es, de lejos, mucho más delgada que su proyectado marido. Nada la disuade, sin embargo, de mantener desplegado el estandarte donde consta su determinación de dormir los próximos seis años en La Casona, si hemos de atenernos a la seriedad y persistencia con que sujeta el cartel. La escena es curiosa y conmovedora, pero a esas alturas ya nada me sorprende: estoy de vuelta de las 48 horas más asombrosas de mi vida. Hace unas semanas estuve un par de días de gira con Henrique Capriles Radonski el único candidato de quien he recibido invitación para sumarme a su comando y ser testigo de su estilo de campaña, que consiste, básicamente, en apretar todas las manos posibles y mirar a los ojos a más venezolanos de lo que nadie lo ha hecho jamás. El resultado de ese periplo fue una crónica difundida por la revista Clímax. En el tintero quedó la entrevista propiamente dicha, un diálogo sostenido en los trayectos entre uno y otro pueblo de Mérida y Trujillo, donde auténticas multitudes se congregaban a su paso para tocarlo y cubrirlo de bendiciones. Aunque el candidato de la coa lición democrática ha comentado muchas veces el insulto que le arrojó el presidente Chávez, ignorando es mi tesis que fueron aquellos quienes organizaron y perpetraron la shoah, que diezmó al pueblo judío, de donde provenían los abuelos maternos de Capriles. Aunque... decía... el joven retador le ha salido al paso a esto en diversas ocasiones, cedo a la tentación de preguntarle qué siente al oírlo. La respuesta me confirma un aspecto del candidato. Mis bisabuelos murieron en las cámaras de gas ÂprecisaÂ. No sabemos siquiera dónde están sus cenizas. Si alguien me dice `nazi? es el equivalente a acusarme de que yo los maté a ellos; y torturé a mi abuela manteniéndola en el gueto de Varsovia, haciéndola pasar hambre y frío, y...

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