En el museo no están para hacer de DJ

Fernando Castro Flórez tiene una hora libre antes de su última conferencia en Caracas. Decide aprovecharla para escrutar las salas del Museo de Arte Contemporáneo. Allí, las relaciones inexplicables entre un Picasso, un Rauschenberg y una obra de Lluis Barbá colocados en secuencia le lleva a cuestionarse qué pasa allá dentro. Por eso, cuando se encamina de regreso al auditorio y le preguntan qué impresión tiene de la institución, el crítico, filósofo, curador y docente de la Universidad Complutense de Madrid Âinvitado de honor de la Feria Iberoamericana de Arte responde: Acá hay un berenjenal. ¿No se lleva una buena im presión del museo? ÂCreo que, desafortunada mente, tengo una mezcla de fascinación por las obras y desasosiego por el montaje. He estado en muchas ocasiones en el Museo de Arte Contemporáneo, que tiene una cantidad de obras maestras increíble. Pero en esta última visita me ha parecido un caos total. Es como si estuviera entrando al gran bazar de Estambul. La exposición de la colección permanente estará hecha con toda la buena intención, pero es una insensatez. Ponen las obras pegadas unas a otras, una escultura viene montada encima de un video y de un dibujo. Esto es como si fueras a casa de un amigo y te sirviera el desayuno, el almuerzo, la cena y la merienda juntos. Creo que es un error querer presentarlo todo, se necesita de un cierto orden. En el museo no están para hacer de DJ. No se puede hacer mezclas. En Caracas hay un patrimonio superior al de muchos otros países del Cono Sur, pero resulta que hoy da un poco la sensación de que falta finura. Lo otro interesante en el MAC es el caos con la ilumi nación. Pienso que para que el museo funcione hay que quitar obras, tomar las propias y justas e iluminarlas. Hay crisis eléctrica, pero tenemos un salón Âel auditorio que parece el Polo Norte, con un aire acondicionado a tope; mientras en las salas hay tal oscuridad como en una iglesia románica. Otros museos, como el Alejandro Otero, han acogido damnificados. Imagino que había que atender a la gente, pero el que un museo se usara de esa manera revela un poco la sensibilidad estructural del país. Cada época lee el arte como cree que tiene que leerla, y ésta lo hace con una mezcla de conservadurismo abstracto, arte decorativo burgués y desorden total. Hay un gran desarreglo intelectual que comienza cuando prendes la tele y escuchas los discursos políticos. Se puede citar al...

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