Una exploración en modo de las causas materiales

Las imágenes visuales, cuando son producto de un hacer que procede explorando, son la simiente de diversas interpretaciones y lecturas. Esta complejidad puede referirse a lo que la imagen figura o manifiesta, o puede corresponder a lo que la imagen silencia o reserva, a lo que elude o esquiva no a lo que vemos sino a lo que aparece como instrucción velada. En el segundo caso, la imagen se constituye en lugar: lo figurado se compromete indefinidamente con y en su soporte mostrando aquello mismo en lo que habita, y convirtiendo su materialidad en el principio esencial de su presencia. Las tintas, dibujos, recortes encubiertos y revistas de Luis Lizardo tienen esa condición de imagen-lugar: son una apertura en la que figura y soporte despliegan libremente su plasticidad, se dilatan y se prolongan uno en el otro construyen una urdimbre de revelación y juego. Lizardo lo dice claramen te: no se trata de ocultar, de enmascarar, tampoco de mostrar o manifestar una expresión o una idealidad prefigurada, sino de perseguir, descubrir y reconocer qué es lo que habita en los soportes en las telas, los papeles, las imágenes robadas. Recuerda aquello que Aristóteles llamaba causa material: el principio corpóreo, tangible del que algo está hecho y que da lugar a su existencia no a que sea definible, sino a que acontezca en el mundo. Su indagación se aproxima a ese momento material y fundador de la existencia de las imágenes gracias al que abandonan el espacio de la idealidad, de lo puramente imaginario, para con ello mirar críticamente el espacio teórico de las artes plásticas. En efecto, las artes visuales han privilegiado tradicionalmente la causa formal, y han elaborado teóricamente su imagen entendiéndola como una expresión traducción, exteriorización de deseos o intenciones subjetivas, colectivas, imaginarias, simbólicas o ideales. Pero al igual que Lizardo, las obras mismas han enfrentado continuamente esa delimitación teórica, se han sustraído al confinamiento ideal, y se han incorporado al mundo mostrando que su luminosidad no proviene de las figuras, las formas o ideas que objetivan, sino del modo cómo en ellas la causa material nunca se retira ni se subsume a la formal, y permanece siendo potencia y apertura, disposición al movimiento. Estas obras de Lizardo atien den al momento material de la imagen --o a la imagen como ocasión material--, ese momento de existencia en la que la imagen no es definible como objeto tampoco como forma, sino...

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