La naturaleza presta el laboratorio

U n laboratorio no tiene que ser un recinto aislado entre cuatro paredes, ocupado por investigadores vestidos con batas blancas. También pueden ser los 6,9 millones de kilómetros cuadrados de la Amazonía, los 8.000 kilómetros cuadrados de las Islas Galápagos o los 13,5 millones de kilómetros cuadrados que ocupa la Antártida. Se trata de territorios únicos, que no han sido intervenidos de forma radical por los seres humanos y donde podrían encontrarse las respuestas a algunas de las interrogantes científicas más inquietantes de este tiempo, desde cómo encontrar nuevas fuentes de alimentación y medicinas hasta cómo encarar los desafíos del cambio climático.Latinoamérica, que no cuenta con recursos financieros que le permitan costear la construcción de la infraestructura científica de naciones industrializadas, tiene en los laboratorios naturales una verdadera oportunidad para compensar esa desventaja y sobre ellos debatieron científicos, periodistas, planificadores y administradores de zonas naturales durante un hackatón de divulgación científica organizado a finales del año pasado por el Banco Interamericano de Desarrollo, el Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo de Chile y el Gobierno Regional de Magallanes y la Antártica Chilena.La región chilena de Maga llanes, donde está localizada la ciudad de Punta Arenas, que fue sede del encuentro, es un buen ejemplo de las potencialidades de los laboratorios naturales. Es parte de la Patagonia y puente con la Antártida para el resto del continente, con ecosistemas terrestres y marinos que han sido producto del avance y el retroceso del hielo a lo largo de millones de años, lo que ha dejado 3,2 millones de hectáreas de humedales, 3 mi llones de hectáreas de praderas, 2,6 millones de hectáreas de bosques y 1,7 millones de hectáreas de glaciares. Se trata de un paraje bello y hostil que, pese a ello, ya había sido poblado por los humanos hace más de 10.000 años.Todas esas condiciones su man oportunidades tanto para la investigación científica como para otras actividades económicas, que, sin embargo, deben realizarse bajo un enfoque sustentable, que privilegie el respeto por los recursos naturales, señala Ricardo Rozzi, director del Programa de Conservación Biocultural Subantártica. El postula lo que denomina ecoturismo con lupa, el acercamiento de los viajeros no ya sólo a paisajes panorámicos sino también al mundo diminuto de los líquenes, musgos y otros seres que habitan el Par que...

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