Naufragios y motines

Hay palabras que, al margen del significado adquirido o de su etimología, pare cieran metáforas de situaciones atroces o extremas; ello, acaso, se deba en buena parte al uso alegórico que de las mismas y de lo que representan se ha hecho en la literatura, en la plástica, en el cine y, en general, en las artes: naufragio es una de ellas, porque, además de estar asociada al hundimiento de una embarcación en aguas por lo general profundas y turbulentas, prefigura una agónica desventura equiparable a nuestra actual situación.Aferrados a esa conexión sim bólica entre la fatal inmersión de un navío y la deriva de la nación hacia el ominoso abismo castrista, fijamos nuestra atención en un magnífico óleo de Turner Shipwreck of the Minotaur en el que vemos cómo un bote enfrenta un furioso oleaje que nada bueno depara a los navegantes, lo cual nos condujo a releer ese paradigmático reportaje escrito en primera persona que Gabriel García Márquez tituló Relato de un náufrago, para topar nos, en el primer capítulo, con otra vocablo de especiales connotaciones: motín, ese tumulto levantisco, muchas veces sangriento, que, entre nosotros, se produce asiduamente, sobre todo en las cárceles bolivarianas.Luis Alejandro Velazco, el náufrago del relato compuesto por el creador de Macondo, cuenta que pocos días antes de embarcarse en Mobile, Alabama, para regresar a Colombia, había ido al cine a ver El motín del Caine, película de 1954 producida por Stanley Kramer, dirigida por Edward Dmytryk y estelarizada por Humphrey Bogart en una de sus más elogiadas actuaciones. Boggie, como lo apodaban sus pares, encarna al capitán Phillip Queeg, quien, al ser colocado a la cabeza del dragaminas USS Caine, intenta imponer un rígido e improcedente código disciplinario a una tripulación que pronto cae en cuenta de que su comandante es una persona mentalmente desequilibrada, cuyo oscilar entre neurosis y paranoia lo hace titubear en momentos claves y no atina a tomar decisiones, lo cual compromete la seguridad de la embarcación y hace temer por la supervivencia de la marinería.Por ello, algunos oficiales deciden relevarlo de sus funciones y asumir el control del buque; el joven oficial que asume la jefatura temporal es absuelto en un memorable juicio; pero, independientemente, de las consideraciones sobre la soledad del mando y otras apreciaciones de análogo carácter, queríamos destacar de esta importante obra cinematográfica una frase pronunciada por Queeg que devela su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR