La otra Navidad

Es costumbre en el mun-do occidental, sin importar religiones, considerar los postreros días del año como fechas de alegría y amor familiar, en las que se exalta lo bueno de la humanidad, el afecto y la solidaridad; en las que la paternidad y maternidad son ejes importantes en la cotidianidad. Paz es el deseo que se expresa en el rezo y el abrazo, muy especial mente el día de la celebración de la Natividad.El mundo comercial también sufre una gran alteración, pues es la única fecha en que nos sentimos obligados a comprar algún objeto para corroborar el aprecio por otra persona, como que lo material tomase más fuerza que la muestra diaria de respeto, cariño, solidaridad o amor, pero así nos hemos acostumbrado y por tanto hacer algo diferente solo nos garantizaría una fama de insensible o tacaño.Por esas curiosas razones ve mos cómo los padres y madres se desgarran sus corazones al ver que, debido a una injusta e inepta conducción de nuestra economía, no tuvieron posibilidades de adquirir los regalos para sus niños.Quién pensaría unos lustros atrás que no solo las casas de Venezuela estarían yermas de arbolitos y pesebres, sino que un país rico estaría convertido en una sociedad plañidera, menesterosa, que provocaría la mayor tristeza en las familias cuando en lugar de las multisápidas hallacas solo se servirían lamentos y lágrimas.Es otra Navidad, una que pu de ver reflejada en muchos rostros de familias que han dejado nuestra tierra para buscar futuro allende de las fronteras, gente buena, sencilla, agobiada por la inseguridad, la inclemente inflación, la persecución, la escasez y...

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