Neuman: No soy partidario de la catarsis directa en las novelas

Uno de los aspectos más seductores de la literatura de Andrés Neuman es el uso exacto que hace de las palabras. No es sólo por formación profesional, pues se graduó en Filología Hispánica en la Universidad de Granada, sino porque está convencido de que cada quien es su forma de expresarse, es su propia sintaxis. Esta certeza es el fundamento de su más reciente novela, Hablar solos , cuya estructura está construida a través de las voces intercaladas de sus protagonistas.Para fabricarle a su hijo un último recuerdo antes de morir de cáncer, Mario se lo lleva de viaje en un camión, amparado en la excusa de entregar una encomienda. Como la vida del autor nacido en 1977, que oscila entre Argentina y España desde su niñez cuando sus padres decidieron emigrar, el Peter-bilt en el que van los personajes de su obra se mueve sobre una frontera imaginaria entre América Latina y Europa, donde los pueblos tienen nombres compuestos: Pampatoro, Fuentevaca, Tucumancha...En casa queda Elena, preocu pada por la salud de su marido y lidiando con sus aprehensiones. Como una estrategia para decantar el dolor -como si tal cosa fuera posible-, la mujer lleva un diario. Diario Mario, lo llama aunque nunca se lo entrega a su marido; así de brutales son los pensamientos y acciones expresados allí. La voz de su esposo es un testimonio grabado y la del niño de 10 años de edad, un monólogo interior. Así, el autor no sólo presenta tres voces sino también tres circunstancias narrativas: un trío de vidas compri midas en su sintaxis.Las dificultades de cada personaje eran distintas. Con Elena era emocional y psicológica, porque lo que cuenta es tremendo, pero a mí me resultaba próxima porque es una profesora y tenía a mi disposición los recursos de la prosa literaria; ella es una lectora cuya desesperación la vuelve escritora. Con el niño, que es un espíritu poético con un léxico reducido, tuve que sacrificar toda subordinación: sujeto, objeto, verbo y punto. No podía hacer metáforas ni construir frases complejas y, sin embargo, todo lo que dice es una gran metáfora. En Mario, se me hizo difícil la puntuación: tenía que trabajar su expresión con comas, porque si le ponía un punto se moría. Es un tipo que se atropella al hablar y tuve que fabricarle errores sintácticos para reproducir lo que uno hace cuando habla, indica Neuman. Ha hecho un extenso circunloquio para llegar a esta reflexión. Es extraño: al hablar en público usa la frase precisa, al charlar con los amigos...

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