El niño le suplicó que no lo matara

Nos atacaron a todos, afirmó Glenda Lugo, habitante de la calle donde fue asesinado el liceísta Kleivert Roa, de 14 años de edad, el martes pasado en San Cristóbal por el oficial de la PNB Javier Mora Ortiz. La frase resume el sentimiento de vulnerabilidad de quienes presenciaron el crimen y que se extendió por todo el país.La mujer relató detalles de lo ocurrido en la carrera 15 de Barrio Obrero: Cómo es posible que un niño venga corriendo y este policía se baje de la moto, le apunte y el niño le suplicó que por favor no lo matara y este desgraciado le disparó. Después se arrodilló y le pidió perdón.Y todavía tenía la concha de llevárselo. Aquí están los golpes, miren mis brazos como están, golpeados por ese policía porque no quería que yo agarrara al niño porque ellos se lo querían llevar a rastras en la moto, y yo misma les dije `después de que lo mataron como a un perro ¿qué van a hacer, tirarlo como un perro?’.Lo que hicieron fue destapar bombas lacrimógenas y tirárnoslas para dispersarnos, contó Glenda Lugo.La carrera 15 de Barrio Obrero, donde murió Roa, está apenas a dos cuadras de la Residencia Oficial de Gobernadores e igual distancia del Colegio Agustín Codazzi, donde estudiaba la víctima.Ayer fue cerrada por estu diantes y vecinos que dibujaron siluetas en el lugar donde cayó el muchacho y levantaron un altar en su honor, donde fueron colocados los zapatos que usaba cuando fue atacado. El rastro de sangre aún estaba fresco. En las paredes de las casas colocaron banderas de Venezuela.Aunque había expectativa de que el féretro del muchacho fuese llevado al lugar donde murió, los padres...

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