No hay alivio para este dolor

Mis apreciados lectores, tendrán que perdonar este desanimado ar tículo que hoy escribo para sacar de mi pecho una congoja que me corroe y poner en blanco y negro, una vez más, cuánto sufrimiento padecemos en este país.Aquí estamos sufriendo todos.Los oficialistas, por su an gustia y temor ante la muy posible pérdida del poder omnímodo que hoy detentan y la seguridad de que, si salen del gobierno, el pueblo les va a cobrar su actitud negligente y su incapacidad para gobernar y respetar a los ciudadanos.También sufrimos los de más habitantes del país que no somos oficialistas. Sufrimos porque sentimos la incertidumbre de nuestro destino, lleno de esperanzas y motivador para la lucha política y electoral, pero terriblemente angustiosa por la imposibilidad de entender y aceptar que quienes dicen ser hermanos nuestros y amar el país hayan sido capaces de permitir la destrucción tan sistemática y descarnada de nuestra economía, de los servicios de salud, del sistema judicial y la corrupción tan generalizada y obscena de empleados públicos y militares.Además, nos toca a unos y otros padecer el rigor de la escasez de alimentos, medicinas, repuestos y productos de aseo personal y para el hogar, fertilizantes, insecticidas, herbicidas, semillas y productos para la producción industrial de alimentos.De eso sufrimos todos, oficialistas o no.Ningún discurso político ministerial o presidencial, por muy optimista y mentiroso que sea, alivia la sensación de abandono, de depauperación y miseria en la que vivimos. Pero tampoco los discursos preñados de deseos de la oposición, alivian.Nuestras esperanzas nos las generamos nosotros mismos. Quienes se van del país lo saben muy bien, quienes nos quedamos lo demostramos día...

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