No tenemos cárceles, tenemos un infierno

ÂEntre las prisiones de ayer y las de hoy... ÂLa pólvora sustituyó al chuzo. ¿Quién sabe más sobre el tema: Iris Varela o usted? ÂElla está en la isla de la fantasía y yo estuve en el infierno. ÂLuego de penar durante ocho años en cuatro cárceles, ¿qué le impresionó en libertad? ÂVer el Metro. ¿Le hubiera enaltecido el cambio de preso a privado de libertad? ÂNo, como dicen los policías: preso es preso y su apellido es candado. ¿Y la eliminación de los antecedentes penales? ÂLa ministra debe explicar ampliamente cómo será eso. Más bien deberían eliminar el acceso a la información pública a través de la web para evitar la estigmatización y la discriminación. ¿Le quedó algún estigma? ÂNo, la cárcel me dejó experiencia, me dignificó. ¿Quiso fugarse? ÂDesde que entré. ¿Quién lo protegía? ÂLos presos se protegen con sus propios compañeros. ¿Quién lo transformó? ÂEl padre José María Olaso. ¿Era más respetado como coordinador de deporte del recinto? ÂLos únicos que me querían hacer daño eran la GN y los vigilantes. Cuando les hablabas de derechos humanos ponían la peinilla firme. ¿Un momento difícil? ÂCuando murió un compañero en mis brazos. ÂAdemás de observar, ¿qué más ha logrado el Observatorio Venezolano de Prisiones? ÂLlevar el tema al ámbito internacional. La CIDH ha emitido medidas provisionales de protección a los internos. ÂFuera el país de la CIDH, ¿quién podrá defenderlos? ÂYo, ante la ONU y otras instancias internacionales. ¿Qué pensó su primer día en chirona? ÂUna frase de Fiódor Dos toievski: Las cárceles son el infierno porque es no poder amar. ¿Y el último? ÂNo lo podía creer. Salí con un indulto el 23 de diciembre de 1986. ÂAl graduarse de abogado, ¿qué pensó de usted mismo? ÂQue en la vida no hay imposibles. ¿A cuántos salvó de su experiencia? ÂSaqué de la droga y de la muerte a muchos, a través del deporte. ÂY ahora lo culpan de la crisis en Rodeo I y II... ÂEl Gobierno nunca ve sus problemas, sino a quien denuncia. ¿Prenden los medios la candela? ÂNo. Los medios son los ojos de la justicia. Sin ellos, el Estado hubiera exterminado a todos los reclusos. ¿Lo incomprendido del privado de libertad? ÂSu realidad. Los criminólogos dicen que las cárceles no son la solución al problema; no se dan cuenta de que, en vez de procesar, los jueces se la pasan pintándose las uñas. ¿El gran negocio carcelario? ÂEl del Estado: tener a la gente presa. ¿El remedio? ÂNo entrar a prisión. ¿Quién introduce las armas? ÂLas personas...

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