No creo que los venezolanos hablemos mal

Hace dos años, Alexis Márquez Rodríguez fue elegido presidente de la jun ta directiva de la Academia Venezolana de la Lengua y pensó que esa sería la culminación de una carrera marcada por un amor imperecedero al idioma castellano. Sin embargo, complicaciones de salud le impidieron ocupar el cargo. Al día siguiente de ser juramentado en el paraninfo del Palacio de las Academias, tuvo que ser hospitalizado. Luego, una caída complicó su cuadro clínico y reaparecieron viejas cardiopatías que lo obligaron a renunciar. A Blas Bruni Celli, entonces vicepresidente de la academia, le tocó asumir la jefatura. Hoy Márquez Rodríguez está recuperado, aunque camina con bastón. No es el presidente de la Academia Venezolana de la Lengua, pero es uno de los individuos de número más destacados de la institución, donde se da continuidad al plan de gobierno que él trazó en 2009 y entre cuyos frutos más recientes se incluye la juramentación de la nueva junta directiva. Junto con Oscar Sambrano Urdaneta y Bruni Celli había echado a andar un proyecto de profesionalización en la academia. La organización estaba muy desprestigiada. En España no nos tomaban en cuenta porque no funcionábamos bien por estar en manos de gente atrasada, dice Márquez Rodríguez. Eso era un ancianato que se paralizaba por vejez y muerte de los miembros, bromea. Con el objeto de modernizarla, y ante una tajante oposición de integrantes de juntas directivas anteriores, se permitieron incorporar a gente más joven, como Francisco Javier Pérez, Luis Barrera Linares y Rafael Arráiz Lucca, entre otros cuyo currículum los acreditaba para ocupar sillas en la máxima institución del idioma en el país. Hace un mes, cuando Pérez tomó posesión de la presidencia, se concretó esa aspiración. ÂDe acuerdo con su experiencia como representante de Venezuela en la redacción de la Gramática 2010 más reciente, ¿cómo se inserta la academia radicada en el país en el ánimo panamericanista de la sede principal en España? ÂDesde que comenzamos el proceso de modernización nos acercamos mucho más a la Real Academia en España. La edición del Diccionario del año 2001 fue hecha con colaboración directa de las academias nacionales, pero ese esfuerzo se vio con más claridad en el Diccionario panhispá nico de dudas y en la Ortografía. Lo que pasa es que antes nuestra academia no colaboraba, pero ahora sí. Los que cambiamos fuimos nosotros, que comenzamos un trabajo permanente con la RAE, co mo es natural. ¿Qué problema...

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