No es de este mundo

Lionel Messi no se cansa de implantar nuevos registros. Su legado es impresio nante, para alguien que aún no llega a 30 años de edad.Incluso si se lo mira fuera de la cancha, como un profesional cualquiera: A sus 28, ya ha sido considerado cinco veces como el mejor en su profesión en el mundo.Pocos atletas dominaron el juego como él lo hace. Ayer en Zurich, lejos del hotel Baur au Lac de las vergonzosas redadas, y en una ceremonia atípica, formal, sí, pero cargada de detalle frescos y modernos, el rosarino volvió a reencontrarse con la estatuilla en forma de pelota de fútbol, que por dos años consecutivos le había arrebatado Cristiano Ronaldo.Pero ayer no había mucho en discusión. Todos los candidatos, el rosarino, el portugués y Neymar, quien será el que quizás en el futuro cercano sea el elegido para romper la hegemonía del binomio dorado y polémico del fútbol mundial, fueron obligados a vestirse de smoking, toda una formalidad para ver a Messi reclamar, por quinta vez en su carrera, el galardón al jugador del año.Cambiaría cinco balones de oro por ganar una Copa del Mundo, dijo antes de la ceremonia, en una rueda de prensa con los tres aspirantes al galardón.Los trofeos colectivos están por encima de los individuales. Sería lo máximo ganar un Mundial, comentó.Mientras recibía el premio, Thiago, su hijo de dos años lo veía asombrado, sentado en el regazo de su abuela la madre del futbolista Celia, la misma que decía...

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