¡No habituarse, Hoz y Martillo acechan!

Todos terminan constatando que el humano progreso es de dos velocidades: rauda en las ciencias de una Naturaleza que Galileo vio escrita en caracteres matemáticos, lentísi ma en el capítulo ético-político de las ciencias del Hombre. Las distancias entre Aristarco de Samos y el telescopio Hubble, entre la paleo-medicina mesopotámica y un quirófano actual, o entre la cerbatana y nuestra cohetería son inconmensurables; pero no hay evidencias de progreso moral entre el orador Demóstenes que roba parte del tesoro de la armada de Alejandro y los encopetados o uniformados ladrones de todas las repúblicas y dictaduras que han saqueado a Venezuela por incontables millardos. Casi nada de los textos físicos de Aristóteles, por ejemplo, conserva hoy vigencia, mientras que sus obras morales y políticas guardan una imperecedera actualidad. En cuestiones de praxis, el progreso moral representa una meta que el propio Kant juzgó casi imposible alcanzar.No es pues antigualla traer a co lación uno de los grandes conceptos morales de Aristóteles, el de hábito. No es hombre de bien quien lo es en forma discontinua; para serlo, hay que elevar la virtud a hábito permanente de conducta; y aunque el estagirita sí reconoció Et. Nic. 1129ª que los humanos nos habituamos de igual modo al bien o al mal, sólo se interesó por la parte activa, voluntarista, del concepto, sin elaborar lo que hoy sería una fenomenología de todos los comportamientos morales habituales del hombre. De haberlo hecho, hubiera tropezado con una segunda relación praxis/hábito como pasividad: la que se instala en la conducta de hombres y sociedades no por esfuerzo endógeno en procura del bien sino por inducción externa persuasiva, compulsiva o violenta, y que en lugar de dignificarlos con el imperativo de una incesante vigilia moral, los aliena, des-moraliza y envilece hasta la bovina resignación.Pisoteando los principales axiomas constitucionales, las dos dictaduras chavistas han inoculado al venezolano, a lento y planificado paso, inaceptables niveles de resignado acostumbramiento a la abyección moral y material por ellas impuesta. En los años 70, cuando el proyecto de una Venezuela respetada...

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