No pelees con un ex

El miércoles en la noche, Venezolana de Televisión, en su horario estelar, estrenó una telenovela. El epi sodio transcurría en el Palacio de Miraflores, en medio de un Consejo de Ministros, aunque en realidad la reunión y los funcionarios eran solo una coartada. Estaban ahí casi como un decorado, como figurantes al servicio de la trama principal: Nicolás le respondía públicamente a su ex. No lo nombró ni una vez, por supuesto. Tampoco hizo falta. Cada vez que torcía los ojitos y apretaba la quijada, todos ya sabíamos que estaba pronunciando su nombre.¿Qué dijo realmente Jorge? ¿Qué pudo decir para que, esa misma noche, lo acusaran de traidor y le vaticinaran un futuro lleno de tristezas y de soledades? Jorge escribió una larga carta, con varios rodeos y citas a pie de página, donde por momentos parecía hablar de una cosa pero hablaba de otra. Así suele ocurrir en las telenovelas y en la vida. En el fondo, Jorge acudió a uno de los clásicos del género: las dudas filiales. Puso un petardo en la mesa familiar.Dejó caer la peor suspicacia: tal vez Nicolás no es un hijo de Chávez. En política, hasta la sangre miente.Detrás de las palabras, el mensaje de Jorge fue muy claro: yo estuve ahí, siempre cerca. Yo conocí al líder en corto.Él confiaba en mí. Hablábamos mucho. Planificamos todo esto juntos. A mí no me pueden despedir. Yo soy la garantía. Yo soy la denominación de origen.Soy el espíritu real, vengo del molde primigenio. Yo soy un heredero de verdad.Pero de paso, como también suele ocurrir en toda telenovela, Jorge fue revelando otras cosas, salpicando a los demás personajes con sus cuentos.Habló de asesores franceses y no de la famosa y publicitada guerra económica. Habló del uso a niveles extremos de los recursos públicos para la reelección de Chávez en el año 2012. Habló de la falta de coherencia y de dirección en el alto gobierno... llenó de plasta el ventilador, como si no estuviera confesando un delito colectivo, como si él no fuera responsable del récord que significa quebrar a un país millonario. Y, encima, por no dejar, terminó comparándose, tan humildito él, con el escritor portugués José...

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