En el nombre del pueblo

Maduro y los líderes del PSUV no se cansan de hablar en nombre del pueblo.La insistencia no deja de ser curiosa, si consideramos la paliza que se llevaron en las elecciones parlamentarias. Cerca de 8 millones de votos salidos del pueblo calificado para votar mostraron un rechazo sin paliativos frente a la política del régimen, pero los derrotados acuden a su supuesto papel de ungidos por el respaldo de la mayoría de los venezolanos para justificar las medidas que toman desde las alturas y para aferrarse al poder que los ciudadanos le han reducido casi hasta su mínima expresión a punta de sufragios. Estamos ante un desconocimiento de la realidad, que no debe pasar inadvertido.El primer partido que se atre vió a erigirse como representación popular en la historia contemporánea fue AD. Se anunció como El partido del pueblo y, especialmente en sus orígenes, no dejó de mostrar la tarjeta que lo anunciaba como tal. En realidad no exageraba, sobre todo en los comienzos de su gesta, si juzgamos por el entusiasmo que provocó en 1945 al derrocar a Medina Angarita y por el triunfo arrollador de Rómulo Gallegos, su candidato presidencial.Pero esa proclamación, aparte de encontrar apoyo en una realidad evidente, provocó la primera desviación de trascendencia en la política de nuestros días, algo que en el futuro los adecos debieron matizar mientras se afirmaban otras organizaciones que no dudaron en anunciar que también eran voceros de todos los venezolanos, o de una parte considerable de ellos.En el llamado trienio adeco, cuando divulgaron la consigna que los proclamaba como El partido del pueblo, los líderes de la bandería cometieron el primer pecado que les cobraría la sociedad, o un fragmento importante de ella. No solo hicieron publicidad en torno a su calidad de voceros mayoritarios de un país que miraba hacia horizontes prometedores, sino que también actuaron como monopolizadores de lo que, según los intereses y las convicciones de una cúpula, quería el pueblo de entonces. AD asumió el papel de traductor único de las necesidades de la ciudadanía, de lec tor solitario de lo que supuestamente deseaban las mayorías de la población, para empeñarse en el establecimiento de una versión unilateral de las acciones del gobierno frente a...

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