Los nuevos cronistas de Indias

Bajo los auspicios del Consejo Nacional para la Cultura de México y la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano se celebró este mes en la ciudad de México el Encuentro de Nuevos Cronistas de Indias. Estaban allí convocados periodistas y escritores que han hecho de la crónica un arte en todo los temas que uno puede avizorar, crimen organizado, narcotráfico, migraciones forzadas, vida urbana, marginación, prostitución, pandillas, fútbol, boxeo, la vida que palpita bajo los dedos que teclean y revelan a cada golpe esplendores y miserias. La crónica encamina al perio dismo en los albores de este incierto siglo XXI, y cuando uno examina la nómina de los convocados se da cuenta de que es, sobre todo, un oficio de jóvenes, y entre los jóvenes, no pocas mujeres que tienen sus mejores maestras en las figuras de Elena Poniatowska, Alma Guillermoprieto y Leila Guerreiro. La crónica, de verdad, es anti gua, y está ligada a los inicios de la historia misma, cuando Heródoto, además del primer historiador, fue también el primer cronista que dejó constancia por escrito de lo que vio y descubrió en sus viajes; y siglos después, otro gran cronista, Ryszard Kapuscinski, lo emuló contando lo que vio y descubrió en el siglo XX. Ambos, igual que los nuevos cronistas de indias, de Jon Lee Anderson a Juan Villoro, reúnen muchos oficios a la vez, exploradores, viajeros, reporteros, na rradores literarios, periodistas, y, por la fuerza de la necesidad, también geógrafos, arqueólogos, etnólogos y paleontólogos, pues, al poner pie fuera de las fronteras conocidas, se ven en la necesidad de comportarse como descubridores. Pero el símil más inmediato del cronista de indias viene a ser Bernal Díaz del Castillo, porque, soldado de la conquista, ya viejo en su retiro de Santiago de Guatemala, al leer la Historia de las Indias y conquista de México de López de Gómara, encuentra que un clérigo que se quedó en su comodidad de Valladolid le quiere contar su propia historia, y se rebela airado. Nadie puede venirle con cuentos; la verdad está en su propio sudor y en sus penurias de soldado, y, además, no sólo es testigo de vista. Es protagonista. Y se rebela poniéndose a escribir su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Se empeña, así, en no faltar a la verdad. La crónica que cuenta hechos no puede ser mentirosa. Despoja...

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