Obama, buena noticia

A altas horas de la noche del martes 6 de noviembre concluyó una de las campañas presidenciales más aguerridas de Estados Unidos. Pocos se atrevían a adelantar quién sería el vencedor, si el presidente Barack Obama o el republicano Mitt Romney. Triunfó Obama, y las razones son más que obvias. Compitieron dos visiones de país, la una, protagonizada por el Presidente, que postula la intervención del Estado cuando es pertinente y necesario como en el rescate de industrias e instituciones financieras, o en los programas de salud; y la otra, la sustentada por Romney, la cual sostiene que el Estado debe hacer mutis, retirarse de la escena y dejar todo en manos de la empresa privada.

La ventaja de Obama y quizás la razón por la cual se impuso es porque le da al sector privado toda la beligerancia que debe tener, pero con la presencia del Estado como moderador y como referencia final. Conviene anotar alguna paradoja en las posiciones republicanas, porque en las campañas electorales proclaman la no intervención del Estado, y cuando ejercen el poder, como en el caso de George W. Bush, lo ejercen sin restricciones. Y lo ejercen de tal manera que comprometen a la sociedad hasta límites inadmisibles.

El país heredado en 2008 de George W. Bush atravesaba una profunda crisis que amenazaba con desatar una depresión más grave que la de 1929, según los analistas. Obama la enfrentó con éxito, salvó la industria automotriz, el sistema financiero alterado por la permisividad de los tiempos republicanos. Durante los últimos meses la economía ha ido reaccionando, el empleo se incrementa de modo sistemático, y los sectores de la economía y...

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