A los observadores preguntones

Todas las elecciones, si son democráticas, son inciertas, reza un principio politológi co. En ningún lugar del planeta es posible saber, hasta el momento en que se cuentan los votos, qué va a pasar cuando se consulta a la población. Las predicciones, aun las fundadas en criterios técnicos más afinados Âencuestas incluidasÂ, pueden equivocarse y no resuelven la incertidumbre electoral. En Venezuela, esa incertidumbre contiene una serie de elementos adicionales que la hacen mucho más espesa, insoportable casi. El primero de ellos se rela ciona con el árbitro. ¿Se puede confiar en el CNE actual? La respuesta para muchos venezolanos es un No rotundo. Aunque el sistema electoral sea técnicamente confiable, el fraude Âmaterializado en incontables votos opositores existe y se verifica frente a un CNE impasible, cuando no cómplice. Vean, si no, los anuncios y cadenas televisivas del candidato del Gobierno, el abuso que hace de los recursos del Estado, el cierre del consulado en Miami y las dificultades que se les ponen a los electores residentes en el exterior, para sólo citar los casos gruesos. Así las cosas, el 7-O será para el Gobierno el clímax de su ventajismo electoral, y para la oposición, un acto de fe. No obstante, y por encima de la trampa previsible, las opciones de triunfo de Henrique Capriles son clarísimas. Quizás por esa razón, las preguntas que hacen los observadores Ârepresentantes de gobiernos extranjeros, empresas transnacionales, instituciones financieras, organizaciones no gubernamentales y demás arroceros internacionales suelen referirse a otros aspectos de nuestra incertidumbre electoral. Sin dejar de considerar la salud del candidato del Gobierno como un tema generador de dudas Âen efecto, no deja de serlo, el hombre parece enfermo y en cualquier momento puede sufrir un agravamiento de su malÂ, formulan un par de preguntas recurrentes: ¿Qué pasaría si unos días antes del 7-O a Chávez se le informa que está perdiendo las elecciones? ¿No sería capaz de dar un golpe y suspender los comicios? La respuesta a esa interro gante pasa por preguntarse quién va a ser el portador de la mala nueva. La noticia de que tenía cáncer Âesta sería igual o peor tuvo que dársela Fidel. Nadie más se atrevió, o era lo suficientemente creíble para un hombre que se niega a...

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