El odio como reflejo

¿Qué ardid, qué astucia tuvo que llegar a suceder para que un grupo de jóvenes decla rados en rebeldía, para que un puñado de auténticos ángeles vengadores, ebrios de patriotismo, tocados e inspirados por los dioses del romanticismo o, por lo menos, por sus ficticias versiones hollywoodenses, terminaran acaparando comida y medicamentos en inmensos galpones, o involucrados en densos y pesados guisos de todos los colores y sabores, o vinculados con el narcotráfico, el lavado de divisas y el terrorismo internacionales? ¿Cómo se pasa de la lucha contra la corrupción, la demagogia, la burocracia y la pobreza además, en nombre de la justicia social, la equidad, el buen vivir viviendo, la liberación nacional, la independencia económica, la democracia participativa, la paz, etc., en fin, cómo se llega a formar arte y parte del régimen más corrupto del que se tenga noticia; de la demagogia más descarada, obscena y cínica; de la más monstruosa de las burocracias que se haya padecido? En suma, ¿cómo fue que, en medio del fragor del homérico combate contra el demonio, contra el poderoso Mister Danger y sus inmorales seguidores, los ángeles de la civilización se volvieron demonios de la barbarie? Decía Hegel, repitiendo a Maquiavelo, que el camino que conduce hacia el infierno está lleno de buenas intenciones y de espléndidos deseos.En algún lugar de su obra, Jorge Luis Borges ese gran spinozista universal observó que las imágenes, al ser proyec tadas, pueden llegar a causar la impresión de ser la más auténtica justificación de la realidad. No se siente horror ante la opresión de una determinada esfinge, dice Borges; más bien, se proyecta una determinada esfinge para justificar el horror que se siente. Se trata, en el fondo, de la imaginatio, es decir, de la dis-torsión o la de-formación abstracta, de lo que efectivamente se es. Es el malabarismo, la inversión y confusión de las causas con los efectos y, con ello, de lo real con su imagen.Es, al decir de Thomas Mann, Mario y el mago: la trampa, la estafa en la que la ficción deviene y valga el énfasis lo fijado, lo puesto, lo contrabandeado.Así, lo que antes fue forma se asume como contenido; lo que ahora es contenido se asume como forma. Tal como ocurre en la sala de los espejos de las ferias, el ser se trueca en aparecer, en su puntual inversión.Cosas, como se comprenderá, inherentes a la naturaleza del triunfo de la reflexión del entendimiento sobre la verdad concreta. Pero, y además, con ello la...

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