El oficio de opinar

Una de las metas de las personas que expresamos nuestras opiniones públicamente es la de llegar a quienes también tienen opiniones formadas o en proceso, pero no las suelen expresar públicamente o tienen temor o dificultad para hacerlo. En el contacto que siente el lector con nuestra opinión se da una relación, a veces intensa, que establece además de un vínculo racional por la coincidencia o discrepancia en la opinión, un vínculo emocional. Pocas veces somos leídos con anodina pasividad. La ma yoría de las veces despertamos alguna reacción, de cualquier tipo, principalmente identificación con nuestras maneras de ver las cosas. Usualmente no informamos noticias, es más, no sabemos hacerlo, escribimos sobre ellas. Y no puede decirse que somos acertados o no, ni que nuestras inclinaciones son solamente hacia tal ideología, gobierno, candidato o proyecto. Como personas de opinión, pocas veces o casi nunca intentamos conquistar votos para nadie o insistir en cuestiones ideológicas y menos que favorezcan a alguna inclinación política particular. Ahora bien, como personas con opiniones sobre muchos asuntos, casi siempre también hacemos gala de consistencia y congruencia en las opiniones que expresamos y, por supuesto, para el lector la perseverancia en algún tema suele ser sinónimo de orientación política definidísima. En Venezuela llevamos 14 años de un gobierno que ha sido fuente inagotable y continuada para críticas y opiniones de las más variadas. La necesidad de...

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