La ola robada

  1. La corrupción, el manejo doloso de los dineros del Es-tado y los contribuyentes, no importa si es oficiada por un príncipe o un presidente, un alcalde o un ge rente de una empresa petrolera, es uno de los actos más indignos que persona alguna pueda cometer en el ejercicio de funciones públicas. Pero cuando es oficiada por las izquierdas, ya sean estas democráticas o marxistas, borbónicas o bananeras, al menos en América Latina, la corrupción es doblemente criminal. Porque al delito compartido hay que agregarle la dosis de hipocresía y cinismo, de traición a la palabra y a los seguidores de movimientos políticos que generalmente acceden al poder con un discurso moralista y redentorista anunciando la entrada de un grupo humano inmaculado que jamás tomará para sí ni un mediecito abandonado por error en una mesa de reuniones.2. El primer gran escándalo de corrupción de un movimiento heroico de izquierda que asciende al poder se lo debemos a los sandinistas. Luego de haber derrocado a la dinastía Somoza, los sandinistas fueron la última ilusión internacional de construir un modelo político que, en el intento de generar equidad y reducir las desigualdades, no repitiera ni los horrores del comunismo cubano, ni las omisiones de las democracias burguesas latinoamericanas.Pero no fue así. Seducidos por el fidelis mo, los sandinistas fueron copiando lo peor del comunismo; en choque con la Guerra Fría, aún viva, y el belicismo de Reagan, terminaron metiendo al pequeño país en una cruenta guerra; y, lo peor, una vez que se vieron derrotados, sus dirigentes iniciaron un proceso masivo de corrupción asquerosa conocida como la piñata.Ortega y sus iguales dejaron de ser para nosotros, es tudiantes de la época que los admirábamos, guerrilleros heroicos y pasaron a ser ladronzuelos de la misma calaña que Somoza. Nuestro grupo de Sociología fue presa del despecho social y para exorcizarlo, después de clases, escuchábamos boleros y bebíamos cervezas baratas en las transversales de Sabana Grande.3. Cuatro décadas después, otros jóvenes universitarios progresistas deben estar pasando algo semejante. La corrupción, ese fenómeno perverso incrustado como garrapata terca en el ADN de las repúblicas...

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