Olvidada por el Estado la UCV cumplió 10 años como patrimonio mundial

Tanto la fachada del edificio que ocupa la FCU como la acera que lo bordea están recubiertas de mosaiquillos vitrificados sexagonales, objetos en peligro de extinción. Han desaparecido de amplias áreas del piso y de la pared, un proceso que se acelera con la lluvia y el paso de los peatones, y que empeora cuando los grupos desafectos a la vida académica atacan los bienes y actividades que se desarrollan en la Universidad Central de Venezuela.

La Ciudad Universitaria de Caracas, que fue declarada patrimonio del mundo por la Unesco hace 10 años, mantiene su unidad arquitectónica y su propuesta de integración de las artes con la naturaleza y la vida cotidiana, pero evidencia las excoriaciones que deja el paso del tiempo: filtraciones, aceras rotas, pisos mal remendados, humedad, rejas que impiden el paso y la visibilidad, paredes improvisadas, cables al aire, tubos de los que chorrea líquido, aparatos de aire acondicionado en lugares inesperados, lámparas desaparecidas, picaportes inservibles, ventanas rotas y escaleras que van a ninguna parte. El inventario de cosas por reparar es interminable, pero no se ha desvanecido el concepto de utopía realizada.

La primera etapa fue terminada en 1952, cuando se suponía que el concreto armado era la versión de acero del cemento; 70 años después, la naturaleza le pasa factura. Las estructuras lucen cansadas, y lo están. Presentan manchas de carbonato y las variaciones estructurales del terreno atentan contra su estabilidad. Las redes eléctricas y de agua deben ser sustituidas.

Hidrocapital detectó que 40% del agua se desperdicia en fugas, mientras que los frecuentes apagones indican que la energía debe ser suministrada por una subestación mejor dotada en voltaje y potencia, pero antes debe cambiarse el cableado y los transformadores.

Gustavo Izaguirre, director de la Escuela de Arquitectura, calcula que se requieren 8 millones de dólares anuales durante 15 años para recuperar la planta física en toda su extensión y complejidad. Mientras, la universidad ha recibido del Estado en los últimos 3 años poco más de 36 millones de bolívares para los gastos diarios de mantenimiento, cifra insuficiente que se traga la inflación. Sólo alcanza para lo urgente.

"Es imprescindible cambiar el sistema eléctrico, pero el cable recubierto de plomo cuesta una fortuna. Si nos quedamos sin tendido eléctrico, no habrá luz ni computadoras, ni nada", afirma.

María Eugenia Bacci, que dirige el Consejo de Preservación y...

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