El optimista sauna del libro

La señora se tambalea pero tiene el control de su cuerpo gracias a la apertura de sus piernas, va muy concentrada leyendo un libro de pie, el autor, Eduardo Punset. Al vagón entra un hombre que relata en voz alta los meses de alquiler que debe, que no cobra la pensión, que no le den dinero, que si quieren darle comida él mismo acompaña a quien se compadezca y le regale un poco de pan, luego suelta una frase muy teatral sobre la suerte de su mujer, y hace todo el performance de la limosna uno menos creíble, la línea es casi shakespereana. Nadie le da un centavo. La señora sigue tambaleándose con su lectura, mientras dos nuevos viajantes consiguen sentarse con sus libros electrónicos y recuerdo a una amiga madrileña que me dijo en el almuerzo: Yo he dejado de comprar libros, porque también logro bajarlos piratas al Kindle. La lectora de Punset se baja en la misma estación que yo: Atocha.Me dirijo al último día de la Feria del Libro de Madrid 2013, subo a El Retiro por la cuesta Moyano, habitada por la retahíla de quioscos con libros de segunda mano. Esta vez las mesas de Moyano muestran muchos títulos de Antonio Muñoz Molina: ole a los recién premiados. Al terminar el trayecto me consigo, por 1 euro, con una edición impresa en España de Boves El Uroga llo , y empiezan a aparecer los súperhombres que gustan de súperhombres, como llama a los gays musculosos un habitante de la ciudad que muestra a su amiga catalana por vez primera el parque. Ah, por cierto, es verano y hace calor, mucho calor. Casi al llegar al monumento del Ángel Caído, filas de niños en patines, con sus manos empegostadas por helado derretido, se atraviesan sin el menor juicio. Un padre rescata a su niña en bicicleta de que choquemos y, al qui tarla del camino, descubro la última caseta del recorrido, allí está en un vaporoso vestido rojo Almudena Grandes. Yo estoy muy contenta, esto forma parte de mi vida, el año pasado esta feria, que siempre es una fiesta, fue triste porque la crisis se notó mucho, esta vez creo que es el único sitio de Madrid donde puedes ver a gente sonriente; definitivamente hay un ambiente de más optimismo.Primero lo primero, te fir mo y luego el testimonio, dice sin sus habituales gafas de sol, Javier Marías, quien no tiene necesidad de estar presentando ningún libro nuevo, torres con toda su obra lo rodean, por supuesto, el cenicero y porta cigarrillos también. En efecto parece que ha sido un poco mejor que los últimos dos años, yo no me puedo quejar...

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