El Orden Malandro

El colosal desastre actual, sin empuñadura por donde asirlo, da la impresión de ser un caos permanente, potenciado hasta la exasperación. Parece que el estado de bochinche supremo y de hiperestesia fuese algo incompatible con un cierto equilibrio. No es así. Bajo el imperio chavista, incluida esta etapa final marchita y ultracorrompida, se ha ido varias veces desde el orden al desorden y de nuevo al orden; de la estabilidad a la fragilidad, una y otra vez, y esto explica por qué ha estado a punto de melcocha varias veces y por qué se ha recompuesto otras tantas; sin que esto prejuzgue sobre lo que ha de venir.A la mirada estrecha y ado cenada, las rebeliones habidas en estos años han sido aventuras fallidas; sin tomar en cuenta o desechando que un cambio radical es posible cuando se pasa de un cierto orden a un desorden, de la armonía al caos. En el fi lo de ese tránsito los cambios radicales pueden digo, pueden tener lugar. Si no ocurren en ese momento, viene una nueva estabilidad aunque sea precaria.El bachaqueo ilustra este vaivén. El desastre económico condujo a la escasez; la escasez a crecientes niveles de desesperación por las colas y las migraciones de un sitio a otro para conseguir lo inexistente; ese caos podía condu cir, como ocurrió varias veces, a disrupciones violentas.Poco a poco se le sobrepuso un orden: desde el gobierno se inventaron variedades de racionamiento; y desde la sociedad civil la imposición de...

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