Orejas calientes

La segunda película más taquillera de la historia de Francia no es demasiado francesa al menos según el prejuicio que tenemos del cine de ese país y es una de esas que profundizan el barranco entre el crítico especializado y el espectador iniciado. El primero verá en Amigos pa ra siempre Intouchables en su idioma original, de 2011 un filme divertido, bien ejecutado y actuado, pero no excepcional, similar a algo que ya ha visto. Javier Ocaña, en las páginas de El País de España, dijo que es una merengada de Conduciendo a Miss Daisy, Perfume de mujer y El discurso del rey. El segundo podría toparse con una lección de vida entrañable: de cómo dos seres egoístas consigo mismos, un cuadrapléjico rico paralizado del cuello a los pies que escucha a Berlioz y cita a Apollinaire en sus cartas a amantes platónicas y un inmigrante africano con antecedentes de delincuencia, cuerpo de futbolista que juega en el mediocampo de contención y gusto por Earth, Wind y Fire y Kool y the Gang, sacan lo mejor el uno del otro. De entrada, Amigos para siempre tiene las de perder an te el crítico descreído: está dirigido a cuatro manos por dos cineastas semidesconocidos Olivier Nakache y Éric Toledano y comienza con el cartelito inspirado en una historia real la de Philippe Pozzo di Borgo y su asistente Abdel Sellou, contada en un documental de 2004 de Nakache y Toledano, que generalmente sirve sólo para que los ingenuos no pierdan la fe. En el otro plato de la balanza, los protagonistas no son Fulano y Mengano: François Cluzet, de 57 años de edad recién cumplidos, ya se erige como uno de los actores más importantes de la historia del cine francés, con nueve candidaturas a los Premios César equivalente al...

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