Óscar Noya: Aunque me sigan amenazando, seguiremos denunciando

El biólogo venezolano Óscar Noya fue reconocido con el premio Lorenzo Mendoza Fleury, que otorga Fundación Empresas Polar, por sus destacadas investigaciones y contribuciones al estudio de enfermedades tropicales. Esto en medio de una durísima realidad, que reconoció en entrevista con El Nacional a un mes de haber recibido el galardón: la ciencia en Venezuela está gravemente herida. Sabe de lo que habla porque, en toda su trayectoria, ha ampliado su conocimiento, se ha preparado y ha preparado a otros para que sigan contribuyendo con el desarrollo del país. Por eso mira con recelo a los médicos que deciden emigrar para fortalecer los sistemas sanitarios de otras naciones.En su vida ha habido una estructura fundamental que contribuyó en el crecimiento de su pasión por la Biología: su familia, que estimuló la superación personal, el estudio, la responsabilidad así como su sensibilidad social y cultural. Quienes nacen en una familia así, afirmó el investigador, son afortunados porque tienen la mitad del camino recorrido.Sus padres, tíos y primos lo ayudaron a descubrir su pasión y reconoció que también hubo actores fundamentales, como sus profesores de Biología y Castellano en el Colegio Emil Friedman, en Caracas, que marcaron su vida. Todos fueron determinantes para que se dedicara a estudiar la ciencia. «Creo que en primaria y secundaria es donde dan los primeros toques que pueden orientarnos en las áreas que a nosotros nos gustan: las matemáticas, las ciencias sociales, el arte, la biología».También hubo una persona alrededor de su familia, un médico español, que lo motivó a estudiar Medicina. Óscar Noya admitió que ese era el camino que quería tomar en la vida. Comenzó sus estudios de Medicina en 1968. Por sus padres, cursó el primer año en la Universidad de Santiago de Compostela, en Galicia. Y, al terminarlo, regresó a Venezuela porque quería graduarse en la Universidad Central de Venezuela, muy por encima del nivel de cualquier universidad española en ese momento, época del franquismo, muy politizadas y académicamente cuestionables. La casa de estudios en Caracas terminó de marcarlo: en la Facultad de Medicina tuvo grandes profesores que lo orientaron. Se graduó en 1975. Ese mismo año se casó con la también doctora Belkisyolé Alarcón, con quien tuvo tres hijos.Perdió un año debido a la intervención de la universidad de la Fuerza Armada y el gobierno de Rafael Caldera. Durante la carrera, recordó, hubo una asignatura importante en su destino: Medicina Tropical. A los jóvenes los llevaban a zonas rurales a estudiar enfermedades como el mal de Chagas o parasitosis intestinal. Esas prácticas lo sensibilizaron y lo llevaron a desarrollarse en esa área.Después de cumplir el artículo 8 de la Ley del Ejercicio de la Medicina trabajando como médico rural en la Medicatura Hospital Santa Teresa del Tuy, en el estado Miranda, en 1976 viajó a Estados Unidos porque estaba orientado hacia la investigación científica y obtuvo su doctorado en enfermedades tropicales en la Universidad de Luisiana.Óscar Noya está cerca de cumplir 47 años en el ejercicio de su profesión.Venezuela a la cola de América LatinaLa experiencia de Óscar Noya le permite tener una opinión sólida y calificada sobre la situación en la que se encuentra Venezuela a nivel de educación y de salud, y especialmente el área que ha investigado durante casi medio siglo. Recordó que el país estaba en el tercer lugar de productividad científica —en cuanto a investigaciones y su aporte—, generalmente detrás de grandes potencias como Argentina y Brasil y, en algunas ocasiones, México. Actualmente Venezuela está a la cola de América Latina, lamentó, y gran parte de lo que ha causado ese retroceso se debe a que muchos profesionales salieron del país, envejecieron o abandonaron la actividad académica.El costo de recuperación, aseguró el científico, será muy alto.«Somos, de alguna forma, un grupo importante que en este momento está sosteniendo lo que queda de instituciones, por lo menos a nivel universitario. Creo que es ese cariño al país y a su gente lo que nos mantiene con ganas de seguir luchando a pesar de las circunstancias más difíciles de toda nuestra historia», manifestó.El Premio Lorenzo Mendoza Fleury, en la categoría Biología, es un reconocimiento, más que a su persona, a todo el equipo que conforman tanto en el Instituto de Medicina Tropical como en el Laboratorio de Malaria, una dependencia del Ministerio de Salud donde también trabaja, todas las mañanas, ad honorem. «Lo veo como un reconocimiento a la labor de un equipo que, en medio de las circunstancias tan adversas que ha pasado el país, y muy particular en los sectores de la ciencia, tecnología, salud y educativo, apostó por seguir en el país».El galardón, agregó, es un bálsamo a todo los años tan duros de limitaciones personales, institucionales y profesionales. El sector ha subsistido sin financiamiento por parte del Estado y hacer ciencia sin financiamiento, describió, es una labor titánica que les ha exigido buscar alternativas internacionales que les ha permitido continuar con su labor.«El grupo que apostó por quedarse en Venezuela y seguir luchando de alguna forma es merecedor de ese reconocimiento con el que afortunadamente esa gran empresa, que es Empresas Polar, ha apostado por apoyar a la ciencia. Es uno de los poquísimos estímulos en el sector privado, que ha estado bastante divorciado de las universidades, sobre todo de las públicas. Hay que hacer un reconocimiento a Polar, que desde hace años ha buscado esa vinculación y ese reconocimiento a este sector, que no tiene toda la valoración que debiera tener. Nos sentimos muy contentos, felices, por este reconocimiento», expresó.Importantes aportes y avancesEl reconocimiento se le otorgó por su dedicación a la investigación científica en el área de la parasitología. «Su formación médica le ha permitido no solo desarrollar una actividad asistencial de alta calidad, sino también estudios epidemiológicos, herramienta fundamental para el seguimiento y control de enfermedades infecciosas y, a su vez, se involucra exitosamente en aspectos moleculares y bioquímicos de las parasitosis, de las que utiliza acertadamente en el mejoramiento del diagnóstico de las enfermedades parasitarias», señaló Fundación Empresas Polar.Los estudios de Noya abarcan desde el individuo enfermo hasta la epidemiología y ecología de los focos endémicos. Su actividad de investigación se ha centrado en una gran diversidad de parasitosis, con énfasis en malaria, esquistosomiasis y la enfermedad de Chagas. Actualmente, el biólogo implementa controles epidemiológicos y sus visitas se concentran en los estados Bolívar y Sucre, donde aporta nuevos conocimientos y actualización al personal de salud y educa a la población con medidas de protección para evitar contagios.En Bolívar, indicó la Fundación Empresas Polar, coordinó el primer estudio de la vacuna SPf66, producida en Colombia, durante los años 1992 y 1993.El plasmodium falciparum es un parásito productor de malaria originario de África que también se encuentra en América. Óscar Noya participó en un estudio multicéntrico con especialistas de malaria de prestigiosas instituciones de diversos países con el objeto de indagar cómo el falciparum llegó al continente. En este estudio se...

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