Otro país

En los años ochenta esa magnífica editora llamada Soledad Mendoza, bajo el influjo de su padre, Plinio Mendoza Neira, lanzó un libro que era un homenaje a la capital de Venezuela y a su progenitor al mismo tiempo.Se llamó Así es Caracas y emulaba con absoluta nobleza el concebido por Plinio en los años cincuenta.Era un libro que tenía dema siados tesoros: fotos de excelentes artistas venezolanos, así como colaboraciones de escritores de primera línea. Su producción era capaz de captar todas las energías que atravesaban la capital en esos años ochenta inolvidables.Recupero hoy uno de los diez textos que escribió Tomás Eloy Martínez para esa edición, que eran prólogos de los grandes capítulos que articulaban el libro.Se acerca con su prosa luminosa e inteligente a la cultura de la época.¿Culta? Es verdad, si el adjeti vo se mide con el termómetro de las convenciones: hay seis grandes salas de conciertos, siempre pobladas; cuatro museos de alto nivel y una decena de museos menores consagrados a salvaguardar la memoria nacional; siete universidades y unos diez institutos de altos estudios; seis orquestas sinfónicas, más de veinte salas de teatro en actividad y un festival babilónico el mejor del mundo que acerca a los espectadores de la ciudad, una vez cada tres años, a las más fértiles experiencias dramáticas de la imaginación humana.Hay 4 canales de televisión, 67 salas de cine, 10 autocines y 21 emisoras de radio, incluida una de frecuencia modulada y de programación estrictamente cultural.Hay 4 editoriales venezolanas y 6 filiales de grandes sellos extranjeros que editan un promedio de 200 títulos al año. Hay 10 diarios y 36 revistas. Hay 40 galerías de arte que los domingos se inflaman de público, con una ronda ya clásica de la que ningún caraqueño con ínfulas de culto se atrevería a sustraerse.Pero nada miente tanto como las estadísticas. Y la cultura la verdadera fluye por otros ríos más secretos. En esa esfera de la imaginación, Caracas es acaso la ciudad de cultura más viva en Latinoamérica. Porque el mulato que improvisa su música en Marín con tres maderas deslucidas, o el ingenuo que descubre en Petare la zoología y la flora de sus sueños, o el poeta que desenfunda en un café de Sabana Grande tres o cuatro líneas estremecedoras, vierten sobre Caracas una alegría de vivir sin la cual ninguna...

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