País efervescente

Una discoteca con luces intermitentes sobre una oscura pista de baile en la que funcionarios, malandros, policías, prostitutas, jóvenes tatuados, prepagos, boliburgueses y gente común, bailan al son de un reguetón animadamente mezclado por una DJ con shorts apretaditos, buenota, hasta que la fiesta estalla en una sonora triful ca de sálvese quien pueda.La bronca, retransmitida en un programa de televisión sobre Venezuela, parece haberse originado en el enfrentamiento entre un chamo y un militar enamorados de una misma prostituta, hermana de un policía, que había sido monopolizada por el funcionario revolucionario enriquecido. La imagen puede parecer rebuscada, pero no lo es. Es Venezuela. Un país efervescente que diluye su vacío en la superficialidad y la rumba pero que vive permanentemente al borde del estallido.A pesar del compromiso democrático y del esfuerzo unificado de los líderes de la oposición por canalizar el descontento popular hacia la búsqueda de alternancia por la vía pacífica del voto, la presión económica anuncia condiciones temibles a las que los venezolanos nunca antes habíamos estado expuestos. El gobierno ha corrido la arruga hasta la última es quina pero ya el engranaje de la economía no aguanta sino unas pocas semanas.Aunque los chinos abrieran masivamente la compuerta de los préstamos y los dólares, el aparado productivo y la red de distribución de...

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