Palabras

El lenguaje siempre nos ha maravillado. Una de esas sorpresas ambiguas, que no se sabe si nos produce miedo o alegría, es llegar a constatar que nuestra conciencia no es otra cosa que la conversación silenciosa entre múltiples voces. Eso lo descubrieron y lo demostraron ampliamente Vigotski y Bajtin. Las consecuencias de este descubrimiento hay que decirlas: somos seres radicalmente sociales e históricos. No hay frontera entre nuestro interior y nuestro exterior. Parecemos, más bien, la cara única de una cinta de Moebius, esa fascinante figura topológica en la cual, si vas por un lado continúas en el otro lado, recorriendo, en un solo trazo, sus aparentes interior y exterior. Escándalo de Descartes y demás filosofías del sujeto. Pero también escándalo del psicoanálisis. Se ha hablado de una manía nominalista en este Gobierno. También lo habría en la oposición. Los que así hablan se re fieren a esa tendencia a designar las cosas, como si sólo por ese bautizo éstas adquiriesen automáticamente la esencia que el nombre o el adjetivo alude. Nominalismo trae a la me moria del profesor de filosofía su par opuesto: el realismo. En la historia de la filosofía, nominalismo es sostener que las palabras no portan ninguna realidad en y por sí mismas, sino que son sólo etiquetas que se le ponen a las cosas o a los hechos, que esas sí son reales. El nominalismo es el antecedente del empirismo, para el cual sólo valen los hechos, independientemente del nombre que se les ponga. Para el realismo, por el contrario, las ideas que transmiten las palabras son lo real. El aroma y el color están en la palabra rosa. Hay algo en las palabras, una esencia, que constituye la verdad verdadera, fuera de este mundo de cosas y hechos. El realismo lingüístico viene siendo un derivado del platonismo. En el medio de la disputa, el conceptismo sostiene más o menos lo mismo, porque sigue sosteniendo que el concepto retiene algo esencial. El realismo es magia adelga zada, pasada por el régimen de la razón. Porque la magia supone que el nombre ya trae consigo una esencia, la evoca. Así, por ponerle a un ministerio del Poder Popular, en...

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