El de las palabras

Martín Kohan (Buenos Aires 1967) engaña. Al verle, su apariencia juvenil y desgarbada choca con una aparente seriedad que desde una primera frase arranca risas. El autor de Dos veces junio (2002), la celebrada Ciencias morales y la más reciente Cuentas pendientes (2010), además de varios ensayos, no teme hablar de sus pasiones ni de sus fobias, ni mucho menos de lo que se trae entre manos: "Tengo la intención de recuperar la vibración de la narración épica para narrar la lucha armada en los 70..."

Han pasado más de cuatro años desde la publicación de Ciencias morales , ganadora del Premio Herralde, ¿qué sensación le da el volver a hablar de esa novela? Yo no pienso ni hablo nunca de mis libros, salvo cuando me preguntan (reflexiona). Ni siquiera vuelvo sobre mi experiencia relacionada con la publicación y con la escritura. En realidad yo converso sobre la lectura del que me pregunta, ese es mi presente, y a veces cuando entra en detalles un poco específicos de la historia, ni me acuerdo (...) No te olvides que además una novela que se publica en 2007 no fue escrita necesariamente en ese año. Ciencias morales la escribí en el 2005 en 45 días (...) Entonces fueron días de mi vida que transcurrieron hace más de cinco años.

En Ciencias morales , ¿cómo logró el balance entre el descalabro de la dictadura y la vida reglamentada dentro del colegio? El recorrido para mí fue a la inversa en cuanto a la concepción de la novela. Yo comencé pensando en una historia que tuviese que ver con la disciplina, el control y la vigilancia, pero quería contarlo para indagar las fallas o grietas de la propia disciplina. En verdad, tenía también la idea de escribir sobre ese colegio [donde se desarrolla la historia] porque ahí estudié.

Traté de rastrear dos aspectos, uno era la idea del control paranoico o la paranoia del controlador, y por otra parte estaba la rigidez moralista generando o engendrando su propia perversión, no las perversiones que supuestamente atacaría el moralismo.

Pensaba en la situación cuando la preceptora pone los dos dedos en la nuca de un chico para medir el largo del pelo con el cuello de la camisa, que en un sentido puede ser perfectamente inocente, pero desde su rigidez moral, se vuelve casi erótico. Diría que éste fue el núcleo de la idea de la novela.

La dictadura viene después. Me parece obvio que si quiero contar una historia de vigilancia, de control, de represión y la sitúo en la dictadura, el texto gana una riqueza semántica y abre posibilidades de sentido mucho mayores.

Ciencias morales ha sido traducida a varios idiomas, además fue llevada al cine por Diego Lerman bajo el título La mirada invisible , ¿cuándo siente...

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