Pánico en la hugarquía II

Serias sospechas de derrumbamiento político atraviesan los intersticios de lo que aún de nominan proceso. Hay una intuición que capta en la masa la cercanía del descalabro. Nadie lo duda. La principal característica de la histeria colectiva es que la conducta patológica se manifiesta en un gran número de comilitantes del régimen. Hasta los más recalcitrantes ortodoxos del inefable socialismo transpiran los quejidos. Hubo un momento en que parecían invencibles, y a la otra parte de la sociedad, antagónica de sus indigestiones ideológicas, la estuvieron considerando como invisible. A las más abyectas de las humillaciones fueron sometidos quienes han tenido la legítima y natural actitud de adversar las posiciones oficialistas, no por ultrancismo, sino por avizorar el fraude en las ejecutorias de las políticas públicas en las que nos han pretendido encallejonar este hatajo con h de hitlerianos tropicales. Los planificadores del Go bierno asoman, como mascarón de proa, inflexibilidades en las decisiones. A mala hora fruncen el ceño para espantar las incómodas observaciones de los contestatarios. La autocrítica les resbalaba, se creían y se la estuvieron dando de autosuficientes. Únicamente ellos poseían el prodigio, incompartible, de atesorar la verdad absoluta y acrítica. La deleznable situación del país hoy les retrata la ineptitud a cuerpo entero. Por eso es que estamos como estamos: en las peores condiciones sociales y económicas, en la más crítica inseguridad jurídica y ciudadana, en un descrédito internacional. Estamos imbuidos en la jamás conocida precariedad ética. Una nación con su extraordinario potencial para el sostenible desarrollo humano integral no merece la abominación causada por parte de estos detentadores circunstanciales del poder. Súmesele la deplorable complicidad, rayana en lo obsequioso, de unos ideólogos resentidos con la academia, que al no conseguir cartel de donde asirse para experimentar sus inextricables lecturas han encontrado el rojo escenario nacional como lo más propicio para desbaratarse en tales orgiásticas ideas. La acumulación inconteni ble e insoportable de errores en todos los ámbitos...

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