Paradojas y contradicciones

Desde hace muchas décadas, los venezolanos sentimos un gran apego por la democracia. Es al menos lo que hemos declarado. No existe estudio que no lo haya registrado: en cualquier revisión que se haga, es claro que una enorme mayoría aprecia los valores de la forma democrática. Sin embargo, no todo es color de rosas. Nuestras valoraciones como sociedad entrañan profundas contradicciones y paradojas. Aún más: presentan grandes desafíos. En los estudios pioneros sobre la materia, muchos venezolanos afirmaron que preferían la democracia a cualquier otro sistema de gobierno; no obstante, un porcentaje muy relevante llegó a afirmar que en algunos momentos se podía justificar un Golpe de Estado. ¿Había un germen autoritario en nuestro imaginario? Con el paso del tiempo, esa hipótesis se diluyó. El país siguió, tuvimos más elecciones, millones seguían votando y el sistema se consolidó. El principal clivaje era el ser político militando o simpatizando en alguno de los grandes partidos o ser apolítico refugiándose en la esfera de los asuntos privados. Nos identificamos con los valores más importantes de la democracia, decimos apoyarlos y practicarlos, pero somos una sociedad con un bajísimo nivel Âlongitudinalmente registrado de confianza interpersonal. No confiamos en el otro, así de simple. ¿Cómo pensar en mecanismos asociativos sólidos y fecundos, cuando muchos se refugian en las infranqueables murallas de su privacidad? Hay quien afirma que hemos visto la democracia tan sólo como la celebración de elecciones. Con los años noventa y...

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