París para enamorados

El Hôtel de Biron, sede del Museo Rodin, es un destello del valle del Loire, en el corazón de París: en medio de la piedra que traza la perspectiva de las avenidas parisienses, es una isla verde con su jardín y su fuente, el escenario perfecto para la escultura de una pareja abrazada y perdida en un beso que Auguste Rodin perpetuó en mármol. En el museo están Paolo y Francesca, y Romeo y Julieta imaginados por Rodin: puede ser entonces un buen punto de partida para el recorrido romántico de París, la ciudad que desde los tiempos de Eloísa y Abelardo Âlos amantes medievales cuya tumba es una de las más visitadas del cementerio Pére-Lachaise es refugio de enamorados y escenario de historias de amor. Lo cantaba Yves Montand, con su alabanza a los amores florecientes que hacen sonreír los corazones en París: A Paris Quand un amour fleurit/ Ãa fait pendant des semaines/ Deux coeurs qui se sourient/ Tout ça parce qu?ils s?aiment/ A Paris. Lo actuó Julie Delpy, en su en cuentro romántico con Ethan Hawke en Antes del atardecer, y lo fotografió Robert Doisneau en su célebre imagen Le Baiser de l?Hôtel de Ville, una pareja fijada para siempre en blanco y negro besándose junto al Ayuntamiento. El tiempo pasa y París que da, con el amor siempre suspendido entre las callecitas de Montmartre, sobre las aguas del Sena o bajo las luces de los Champs-Elysées. Dulzuras y puentes. Hasta las vidrieras de Ladurée, la exquisita pâtisserie donde se elaboran los más célebres macarrons de París, invitan al éxtasis amoroso con sus postres en forma de corazón. Con una caja de sus delicias se puede caminar hasta el Pont Neuf, el puente más antiguo de París y el primero en cruzar de orilla a orilla del Sena con balcones para detenerse a mirar el curso del río. Una réplica fue escenario, hace dos décadas, del film de Leos Carax Los amantes del Pont Neuf, historia de amor entre trágica y surrealista del vagabundo Alex y la estudiante de arte Michele. El enamorado en plan de conquista, sin embargo, tendrá que imitar a Kenzo, que en 1994 lo cubrió de flores. O recordar a la entrañable Maga de Rayuela, que en el impreciso tiempo de la literatura miraba desde el Pont Neuf el paso de las péniches. También puede llevar a su no via hasta el Pont Marie, porque es el que en realidad se conoce como puente de los enamorados, y donde dice la tradición que hay que pedir un deseo sin revelarlo, so pena de que no se cumpla. Sólo que la tradición especifica que el deseo debe pedirse...

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