París no será ya una fiesta

Vale la pena regresar en estos días a la lectura de Samuel Huntington y su choque de civilizaciones. En el verano de 1993 el eximio profesor escribía que los confl ictos del mañana estarían signados por el choque de civilizaciones que dominará la política mundial y que las líneas de ruptura entre las civilizacio nes serán los frentes de batalla del futuro. Para apostillar al clarividente scholar, este choque se está librando dentro de la civilización occidental. Los sucesos de París del 13 de noviembre representan la entrada a lo incierto y destructor que pone en juego como nunca nuestra supervivencia cultural. A pesar de que Huntington excluye a la América Latina del club occidental, hay razones de peso histórico que niegan esa su presión. Hablamos lenguas romances, somos mayoritariamente cristianos, descendemos del racionalismo griego y aspiramos hemisféricamente a sostener la libertad y la democracia liberal.¿Hay necesidad de agregar algo más? Por eso hemos sentido los ataques a París como embestidas a nuestro espíritu de vida. Y sí, nos duele más porque está dentro de nuestra familiaridad occidental.El nauseabundo y genocida Estado Islámico que no conoce la racionalidad quiere, como señaló el jefe de la comunidad judía de Madrid, no un régimen islámico sino un mundo islámico. De allí que sea un desafío a nuestro orden secular e histórico del cual Hispanoamérica no escapa. El yihadismo remeda al antihéroe psicótico que se quiere apoderar del...

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